CONSIDERACIONES PREVIAS:
El carácter chino de la palabra “tierra” que
utilizó Nichiren Daishonin cuando escribió su tratado «Sobre el establecimiento
de la enseñanza correcta para asegurar la paz de la Tierra», palabra que la
utilizó 71 veces, y en 56 de las 71 veces, utiliza el símbolo de la gente
común, reflejando que el budismo siempre procura un enfoque de la tierra o
nación que se basa en la felicidad de todas las personas.
En las restantes
utilizó el carácter chino de “tierra” que utiliza el símbolo del rey, y sugiere
una tierra o nación como ámbito político del monarca…
Y el carácter chino
de “tierra” que utiliza el símbolo de lanza o arma de guerra,que simboliza una
entidad soberana protegida por fuerzas militares…
Había una vez un viajero
que, acongojado, hablaba de esta forma a su anfitrión:
—En los últimos años, ha
habido raras perturbaciones en los cielos, acontecimientos extraños sobre la
tierra, pestes y hambrunas en cada rincón del imperio, que se extienden al
resto del país. A lo largo de los caminos yacen bueyes y caballos muertos, y en
las avenidas se apilan los huesos de los difuntos. La muerte se ha llevado a
más de la mitad de los habitantes, y cuesta hallar a alguien que no deplore la
situación.
»Y mientras todo esto
sucede, algunos ponen su esperanza en la «filosa espada»(1) del buda Amida y
entonan el nombre de este amo de la tierra occidental; otros creen que
escuchando el nombre del buda Maestro de la Medicina «sanarán todos sus males»(2)
y recitan el sutra que describe a El Que Así Llega de la Región Oriental. Hay
quienes confían en el fragmento del Sutra del Loto que dice «Su enfermedad será
erradicada y no conocerá la vejez ni la muerte»,(3) y rinden tributo a las
espléndidas palabras de ese sutra; otros, confiando en el pasaje que sostiene
«Los siete desastres desaparecerán al instante, y los siete beneficios se
manifestarán de inmediato»,(4) realizan ceremonias en las que cien sacerdotes
exponen el sutra en otras tantas plataformas de prédica.(5) Están los que siguen
las enseñanzas esotéricas de la escuela Palabra Verdadera y realizan rituales
en los que llenan cinco jarrones de agua,(6) y otros que se consagran
íntegramente a la meditación en posición sentada y tratan de percibir la
vacuidad de todos los fenómenos con la misma claridad de la luna.(7) Ciertas
personas escriben los nombres de los siete espíritus guardianes (8) y los
adhieren a mil portales; otros pintan imágenes de los cinco poderosos
bodhisattvas (9) y las cuelgan sobre diez mil umbrales, y también están los que
oran a las deidades celestiales y terrenales en ceremonias celebradas en las
cuatro esquinas de la capital y en las cuatro fronteras de la nación. Los
gobernantes, apiadados del sufrimiento del pueblo, conducen con benevolencia
los asuntos nacionales y locales.
»Pero tales esfuerzos no hacen sino agotar a todos en vano. Las
hambrunas y epidemias recrudecen con más furia que nunca; nuestros ojos se
topan con mendigos a cada paso y se horrorizan ante las escenas de muerte que
invaden nuestra visión... Los cadáveres se apilan formando atalayas; los
cuerpos sin vida, uno al lado del otro, se alinean como tablones de un puente.
»Si miramos a nuestro alrededor, vemos que el Sol y la Luna
siguen desplazándose en sus órbitas, como de costumbre, y que los cinco
planetas (10) mantienen su curso habitual. Los tres tesoros del budismo están
vigentes, y el período de los cien reinados aún no ha terminado. (11) Pero
entonces, ¿por qué el mundo ha caído en la decadencia, por qué las leyes del
estado han perdido validez? ¿Qué anda mal? ¿Cuál es el error que aquí se ha
cometido?
Entonces, intervino el
anfitrión:
-Llevo largo tiempo
cavilando sobre este panorama, que mucho me indigna. Pero ahora que usted ha
venido podemos lamentarnos juntos. ¡Conversemos extensamente sobre esta
cuestión!
»Cuando un hombre
abandona la vida familiar y entra en el Camino del budismo, es porque anhela
lograr la Budeidad mediante las enseñanzas del Buda. Pero en esta época, los
intentos de conmover a las deidades fracasan, y las apelaciones al poder de los
budas no dan resultado. Cuando observo con detenimiento el mundo actual, veo
gente que se entrega a la duda por la falta de comprensión correcta [de los
sacerdotes eminentes]. El pueblo alza los ojos al cielo y da voz a su
frustración, o vuelve la mirada a la tierra y se hunde en un abismo de
desesperanza.
»Con los limitados
recursos que están a mi alcance, me puse a analizar esta cuestión en
profundidad, y a leer algunas escrituras en busca de respuestas. El pueblo de
hoy vuelve las espaldas al bien y jura lealtad al mal. Por esta razón, las
deidades benevolentes han abandonado el país y han partido en masa; y por este
motivo, los venerables se marchan para no regresar. En su lugar, acuden
demonios y funciones negativas, y se producen catástrofes y calamidades. No
puedo callar ante esto que ocurre, ni silenciar mi temor.
-Estos desastres que
azotan el imperio —respondió el huésped—, estas calamidades que se abaten sobre
el país... No soy el único que sufre por ellas; la angustia pesa sobre toda la
población. He tenido el privilegio de entrar en un salón perfumado de orquídeas
(12) y de escuchar sus iluminadas palabras. Habla ustedde deidades y de venerables que se alejan; de desastres y
calamidades que llegan para ocupar su lugar... Pero ¿en qué sutras fundamenta
su opinión? ¿Podría citarme algunos pasajes que prueben su punto de vista?
-Podría citar numerosos
fragmentos —propuso el anfitrión—, y ofrecerle una amplia variedad de pruebas.
Por ejemplo, en el Sutra de la luz dorada leemos: «[Los cuatro reyes celestiales dijeron al
Buda:] “Aunque este sutra existe en el país, su gobernante jamás ha dejado que
se lo propagara. En su fuero interno, se aparta de él y no se solaza escuchando
sus enseñanzas. No le hace ofrendas ni le rinde tributo, ni lo ensalza. Tampoco
está dispuesto a rendir tributo o hacer ofrendas a las cuatro clases de
budistas que abrazan el sutra. Finalmente, a nosotros y a los incontables seres
celestiales que son nuestros seguidores se nos hace imposible escuchar esta
profunda y hermosa enseñanza. El gobernante nos priva del dulce néctar de sus
palabras y nos aleja de la corriente de la enseñanza correcta, de tal forma que
vemos escurrirse nuestra fortaleza y majestad. Así pues, crece el número de
seres que ocupan los malos caminos, y mengua el número de los que habitan en
los estados humano y celestial. Los hombres caen en el río de los sufrimientos
del nacimiento y la muerte, y vuelven las espaldas al camino que conduce al
nirvana.
»Honrado por el Mundo,
nosotros, los cuatro reyes celestiales, y nuestros muchos seguidores, y los
yakshas y otros seres, al ver esta situación hemos decidido marcharnos del
país, pues no estamos dispuestos a protegerlo. Y no somos sólo nosotros los que
repudiamos a este gobernante. Todas las grandes deidades benevolentes que
custodian y vigilan las incontables regiones del país invariablemente lo
rechazarán. Y cuando nosotros y los demás hayamos abandonado esta nación,
entonces en el país sucederán muchos desastres diferentes, y el gobernante
caerá del poder. Ni un solo habitante de la población inclinará su corazón
hacia la bondad; no habrá sino sometimiento y esclavitud, muerte y perjuicio;
ira y discordia. Los hombres se calumniarán o se tratarán con adulación, y las
leyes serán tergiversadas para hacer sufrir a los inocentes. Cundirán las
pestes, aparecerán cometas uno tras otro, se verán dos soles juntos, y se
producirán eclipses con frecuencia desusada. Arcos blancos y arcos negros
atravesarán el cielo cual presagios de infortunio, caerán estrellas, la tierra
se estremecerá, y de los pozos brotarán extraños ruidos. Habrá lluvias
torrenciales y vientos fuera de estación, el hambre será una presencia
continua, y los granos y frutos no madurarán. La nación será saqueada e
invadida por maleantes de otras regiones; el pueblo sufrirá toda suerte de
dolores y pesares, y no habrá un solo sitio donde se pueda vivir en condiciones
seguras”».
»El Sutra de la gran
compilación afirma: «Cuando las enseñanzas del Buda realmente se pierdan y se
apague su brillo, la gente se dejará crecer la barba, el pelo y las uñas, y las
leyes del mundo caerán en la ignorancia y el olvido. En ese momento, ruidos
ensordecedores llenarán el aire, y la tierra temblará. Todo en el mundo
comenzará a moverse como la rueda de un molino de agua. Se rajarán los muros de
las ciudades, y las casas y moradas se desplomarán. Las raíces, ramas, hojas,
pétalos y frutos perderán sus propiedades medicinales. Con excepción de los
cielos de la pureza,(13) todas las regiones del mundo del deseo quedarán
privadas de los siete sabores (14) y de las tres clases de vitalidad (15),
hasta que ya no quedará ni un resto de ellos. En ese momento, todos los buenos
discursos que conducen a los seres humanos a la emancipación desaparecerán.
Escasearán las flores y frutos que crecen sobre la tierra, y perderán su
dulzura y sabor. Se secarán los pozos, fuentes y estanques, y la tierra se
tornará reseca y quebradiza, hasta formar gruesas grietas y hondonadas. El
fuego arrasará las montañas, y los seres celestiales y dragones dejarán de
producir lluvias. Las semillas de los cultivos se marchitarán y secarán,
perecerán todas las plantas vivientes y hasta las malezas cesarán de crecer. Y
del cielo caerá polvo, hasta oscurecer la luz del sol y de la luna.
»La tierra en las cuatro
direcciones sufrirá sequías, y, en sucesión constante, aparecerán malos
presagios. Se multiplicarán las diez malas acciones; especialmente, la codicia,
el odio y la estupidez, y los hombres -como si fueran corzos- dejarán de pensar
en sus padres y madres. (16) Los seres vivos serán cada vez menos numerosos;
disminuirá su longevidad en la misma medida en que decrecerán sus fuerzas
físicas, su dignidad y capacidad de disfrutar. No conocerán el deleite de los
mundos humano y celestial, y caerán todos en los malos caminos. Los perversos
gobernantes y monjes que llevarán a cabo estas diez malas acciones maldecirán y
destruirán mi enseñanza correcta, y les harán muy difícil permanecer allí a los
seres de los mundos humano y celestial. En ese momento, las deidades benevolentes
y los reyes celestiales, que acostumbran apiadarse de los seres vivos,
abandonarán esta nación impura y malvada, y se marcharán a otras regiones».
»El Sutra de los reyes
benevolentes dice: «Cuando el desorden se instala en un país, los espíritus son
lo primero que muestra señales de desenfreno. Como proliferan los [malos]
espíritus, todo el pueblo de la nación se descontrola. El país es saqueado por
invasores, y la gente común se ve expuesta a la aniquilación. El gobernante,
los sumos ministros, el príncipe heredero, los demás príncipes y los cientos de
oficiales disputan entre sí sobre el bien y el mal. El cielo y la tierra son
escenario de portentos y de extraños sucesos; las veintiocho constelaciones,
las estrellas, el Sol y la Luna se dejan ver en momentos desusados y en
posiciones irregulares, y se producen numerosas revueltas de forajidos».
»El mismo sutra también
señala: «Ahora, cuando empleo las cinco clases de visión para percibir
claramente el pasado, el presente y el futuro, veo que, en sus existencias
pasadas, todos los gobernantes prestaron servicio a quinientos budas. y que por
esa razón pudieron llegar a ser emperadores y soberanos. Y esa es, también, la
causa por la cual los diversos venerables y arhats nacen en sus naciones y prodigan
grandes beneficios. Pero si, en algún momento, la buena fortuna de estos
soberanos llegara a extinguirse, todos los venerables los abandonarían y se
alejarían. Y cuando los venerables se marchan, los siete desastres se abaten
sin falta».
El Sutra Maestro de la
Medicina afirma: «Si llegasen a caer desastres y calamidades sobre los miembros
de la clase kshatriya gobernante y sobre los reyes ungidos, (17) esas
catástrofes serán las siguientes: la calamidad de enfermedades y pestes que se
extenderán en toda la población; la calamidad de una invasión procedente de
tierras extranjeras; la calamidad de una rebelión dentro del propio territorio;
la calamidad de irregularidades y apariciones extrañas en las constelaciones y
estrellas; la calamidad de eclipses de Sol y de Luna; la calamidad de
precipitaciones y vendavales fuera de estación; la calamidad de lluvias que no
caen incluso durante la temporada lluviosa, cuando deberían hacerlo».
En el Sutra de los reyes
benevolentes [el Buda se dirige al rey Prasenajit con estas palabras;] «Gran
Rey, la región donde hoy prevalecen mis enseñanzas consta de mil millones de
mundos Sumeru, con mil millones de soles y de lunas. Cada uno de estos mundos
Sumeru posee cuatro continentes. En el continente meridional de Jambudvipa, hay
dieciséis grandes Estados, quinientos Estados de mediana extensión y diez mil
Estados pequeños. En ellos, pueden aparecer siete clases de temibles
calamidades. Y los gobernantes de dichos estados coinciden en que se trata de
verdaderos desastres. ¿Cuáles son, entonces, esas catástrofes?
»Cuando el sol y la luna
se apartan de sus órbitas regulares, cuando las estaciones se suceden en el
orden incorrecto, cuando aparece un sol rojo o un sol negro, cuando dos, tres,
cuatro o cinco soles aparecen al mismo tiempo, cuando el Sol se eclipsa y se
apaga su luz, o cuando aparece rodeado de una, dos, tres, cuatro o cinco
coronas, ese es el primer desastre.
»Cuando las veintiocho
constelaciones no siguen su curso habitual, cuando la Estrella de Metal,(18) la
Estrella de la Escoba, la Estrella de la Rueda, la Estrella del Demonio, la
Estrella de Fuego, la Estrella de Agua, la Estrella de Viento. la Estrella del
Cazo, la Osa Mayor, la Osa Menor, las grandes estrellas de los Cinco
Destacamentos y las muchas estrellas que rigen sobre el gobernante, los tres
altos ministros principales y los cientos de oficiales manifiestan algún tipo
de comportamiento extraño, este es el segundo desastre.
»Cuando enormes
incendios devoran el país y la población muere quemada, o cuando estallan
incendios producidos por el fuego demoníaco, el fuego de los dragones, el fuego
celestial, el fuego de las deidades de la montaña, el fuego humano, el fuego de
los árboles o el fuego de los bandidos,(19) cuando suceden estos portentos,
ocurre el tercer desastre.
Cuando grandes
inundaciones ahogan a la población, cuando las estaciones no siguen el orden
correcto y llueve en invierno, nieva en verano, hay truenos y relámpagos en
invierno, y en el sexto mes se producen heladas, escarcha y granizo;(20) cuando
hay precipitaciones rojas, negras o verdes; cuando se derrumban montañas de
barro y piedras; cuando llueve polvo, arena o grava; cuando los ríos y arroyos
fluyen hacia atrás; cuando las montañas flotan y el agua arrastra los peñascos;
cuando suceden hechos incomprensibles de esta naturaleza, se produce el cuarto
desastre.
»Cuando la población
muere a causa de los terribles vientos; cuando los huracanes arrasan de una vez
la tierra, las montañas y los ríos, los árboles y bosques; cuando se producen
vendavales fuera de temporada; cuando soplan vientos negros, rojos, verdes,
vientos celestiales, terrenales, vientos de fuego y de agua; (21) cuando se
registran portentos de esta clase, ese es el quinto desastre.
»Cuando el cielo y la
tierra y el país entero son abrasados por un calor atroz, y el aire parece
arder en llamas; cuando las cien plantas se marchitan y las cinco clases de
granos (22) dejan de madurar; cuando la tierra se calcina y enrojece, y perecen
todos los habitantes; cuando suceden portentos de esta naturaleza, se produce
el sexto desastre.
»Cuando se alzan
enemigos por todos los flancos e invaden la nación; cuando aparecen rebeldes en
la capital y en las regiones aledañas; cuando llegan bandidos de fuego, bandidos
de agua, bandidos de viento, bandidos de los demonios, (23) y la población se
ve sometida al caos y a la devastación, y estallan luchas armadas y saqueos por
doquier; cuando acontecen hechos de esta índole, se produce el séptimo
desastre».
»El Sutra de la gran compilación afirma: “Aunque, durante
incontables existencias del pasado, el regente de un Estado haya practicado la
donación de ofrendas, observado los preceptos y cultivado la sabiduría, si ve
que mis enseñanzas corren peligro de extinguirse y permanece de brazos
cruzados, sin hacer nada para protegerlas, las muchas e invalorables raíces de
bondad que haya plantado durante las prácticas mencionadas se borrarán
íntegramente, y el país será escenario de tres acontecimientos ominosos. El
primero es el alza en los precios de los granos; el segundo es la guerra; y el
tercero, las epidemias. Todas las deidades benevolentes abandonarán el país, y
aunque el gobernante emita órdenes, el pueblo no las obedecerá. La nación será
continuamente invadida y hostigada por los países vecinos. Estallarán violentos
incendios sin control, soplarán lluvias y rugirán vientos, las aguas crecerán y
se desbordarán, y los habitantes serán arrastrados por la corriente o por los
vendavales. Los parientes del gobernante, por linaje paterno y por vía materna,
conspirarán y tramarán actos de rebelión. No pasará mucho tiempo antes de que
el soberano caiga gravemente enfermo; cuando concluya su vida, renacerá en el
gran infierno. [...] Y la misma suerte correrán la esposa del gobernante, su
heredero, los altos ministros de Estado, los señores feudales de las ciudades,
los jefes de las aldeas y los generales, los magistrados de los distritos y los
demás funcionarios».
»Los pasajes que he
citado de estos cuatro sutras son harto claros. ¿Qué persona en diez mil podría
dudar de su significado? Y sin embargo, los ciegos y los que viven bajo la
ilusión confían insensatamente en doctrinas distorsionadas y no reconocen la
enseñanza correcta. Por ende, en todo el imperio la gente de estos días se
inclina a apartarse de los budas y de los sutras, y ya nadie se empeña en
protegerlos. A causa de esto, las deidades benevolentes y los venerables
abandonan la nación y se retiran de sus sitios acostumbrados. Por este motivo,
las funciones demoníacas y los malos espíritus (24) ocasionan desastres y
provocan calamidades.
Al oír tales palabras,
el huésped montó en cólera y arguyó:
—El emperador Ming de la
dinastía Han posterior, habiendo comprendido el significado de su sueño sobre
un hombre dorado, acogió las enseñanzas [del budismo] traídas a su país por
blancos caballos. (25) El príncipe Jogu, tras sofocar la rebelión de Moriya
[oponente del budismo] (26) procedió a construir templos y pagodas. A partir de
ese momento, desde el soberano hasta el último súbdito, todos veneraron las
imágenes del Buda y prestaron atención a las escrituras. Y por tal motivo, en
los monasterios del monte Hiei y en la capital meridional de Nara, en los
templos Onjo-ji y To-ji, a lo ancho y a lo largo de la tierra limitada por los
cuatro mares, en las cinco provincias del área de la capital y en las siete
zonas fronterizas, las imágenes del Buda y las escrituras budistas han imperado
como estrellas en el firmamento, y los salones dedicados a la veneración se han
diseminado como nubes. Los que pertenecen al linaje de Shariputra meditan sobre
la luna en la cumbre del Pico del Águila; los que siguen las tradiciones de
Haklenayashas transmiten las enseñanzas del monte Kukkutapada. (27) ¿Cómo,
entonces, puede alguien decir que las enseñanzas predicadas por el Buda a lo
largo de su vida son objeto de desprecio o que los tres tesoros del budismo han
dejado de prevalecer? Si hay pruebas que fundamenten semejante argumentación,
me gustaría escucharlas.
El anfitrión, ansioso
por esclarecer su postura, replicó:
—Es cierto que los
recintos budistas se erigen en hilera continua, tejado contra tejado, y que las
bibliotecas de sutras forman fila, alero contra alero. Los sacerdotes abundan
como juncos o bosques de bambús; los monjes son una presencia tan común como el
arroz o los tallos de cáñamo. Es cierto que los templos y sacerdotes son
objetos de honor desde hace siglos, y que se los sigue honrando cada día más.
Pero los monjes y prelados de la época actual son aduladores y astutos,
inclinados a confundir al pueblo y a guiarlo por la senda falsa. El gobernante
y los súbditos carecen de comprensión certera y no logran distinguir entre lo
correcto y lo falaz.
»El Sutra de los reyes
benevolentes, por ejemplo, expone: «En muchos casos, monjes corruptos, ávidos
de fama y de provecho económico, se presentarán ante el regente, el príncipe
heredero u otros príncipes, y se encargarán de predicar doctrinas que llevarán
a violar la Ley budista y a destruir el país. El regente, incapaz de percibir
la verdad de la situación, escuchará estas doctrinas y depositará su fe en
ellas y procederá a crear reglamentaciones de naturaleza perversa, que no
concuerdan con las reglas de la disciplina budista. De esta forma, ocasionará
la ruina del budismo y de la nación».
»En el Sutra del
nirvana, se indica: «¡Bodhisattvas, no temáis a elefantes enfurecidos! ¡Es a
los malos amigos a quienes debéis realmente temer! [...] Aunque os mate un
elefante furioso, no caeréis en los tres malos caminos. Pero si un mal amigo os
destruye, sin falta os hundiréis en ellos».
»El Sutra del loto
afirma: «En esa época corrupta, habrá monjes de sabiduría perversa y de corazón
malvado, aduladores y deshonestos, que creerán haber obtenido lo que en
realidad no poseen, inclinados a la soberbia y la jactancia. O habrá monjes que
vivirán retirados en los bosques, vestidos con andrajos, que dirán estar
practicando el Camino verdadero, y despreciarán o tratarán con desdén a toda la
humanidad. Ávidos de riquezas y de protección, predicarán la Ley a laicos de
túnicas blancas y serán respetados y venerados por el mundo como si fuesen
arhats dueños de los seis poderes trascendentales. [...] Como en medio de la
gran multitud continuamente tratan de difamarnos, se dirigirán a los gobernantes,
sumos ministros, brahmanes y jefes de familia, así como a otros monjes, para
calumniarnos y hablar mal de nosotros, y difamarnos así: “¡Estos son hombres de
ideas perversas, que predican doctrinas no budistas!” [...]. En un kalpa
impuro, en una era malvada, habrá muchas cosas a las cuales temer. Demonios
malignos tomarán posesión de los demás y, por medio de ellos, nos maldecirán,
difamarán y cubrirán de escarnio. [...] Los monjes corruptos de esa era impura,
incapaces de comprender los medios hábiles del Buda y de entender que él
predica la Ley de acuerdo con lo apropiado, nos enfrentarán con lenguaje
grosero y ceños fruncidos; una y otra vez seremos expulsados». (28)
»En el Sutra del nirvana
se dice: «Cuando yo haya fallecido, al cabo de incontables centurias, también
habrán muerto los venerables de los cuatro niveles. (29) Cuando haya terminado
el Primer Día de la Ley y comenzado el Día Medio de la Ley, habrá monjes que
darán la impresión de respetar las reglas de la disciplina monástica. Pero
apenas leerán o recitarán los sufras y, en cambio, ansiarán toda clase de
bebidas y manjares con que nutrir su cuerpo. A pesar de ir ataviados como
monjes, deambularán al acecho de limosnas como cazadores de mirada furtiva y
andar sigiloso. Serán como gatos agazapados frente a un ratón. Y constantemente
repetirán: “¡He llegado al nivel de los hartas!”. Por fuera, parecerán sabios y
bondadosos, pero por dentro alimentarán sentimientos de envidia y de codicia.
[Y cuando se les pida que prediquen las enseñanzas, no dirán nada,] como
brahmanes que han hecho votos de silencio. Lejos de ser monjes verdaderos, de
monjes sólo tienen el aspecto exterior. Consumidos por sus ideas
distorsionadas, actúan contra la enseñanza correcta».
»Cuando contemplamos el
mundo desde la perspectiva de estos pasajes de las escrituras, vemos que la
situación es exactamente como la descrita. Sin reconvenir a los malos
sacerdotes, ¿qué esperanza tenemos de hacer el bien?
El huésped, más
indignado que nunca, dijo:
-Un monarca sensato perfecciona
su gobierno actuando de acuerdo con los cielos y con la tierra; un venerable
aporta orden al mundo distinguiendo entre lo correcto y lo impropio. Los monjes
y sacerdotes del mundo actual gozan de la confianza del imperio entero. Si, en
verdad, fuesen malos clérigos, el sabio gobernante no confiaría en ellos. Si no
fuesen auténticos venerables, los sabios y las personas eruditas no les
mostrarían respeto alguno. Pero como los sabios e ilustres los honran y
respetan, no han de ser menos que ejemplos dentro de su clase. ¿Por qué,
entonces, formula estas acusaciones insensatas y se atreve a calumniarlos? ¿A
quién se refiere cuando habla de «malos sacerdotes»? Quisiera una explicación.
—En tiempos del emperador retirado Gotoba
—respondió el anfitrión—, vivió un sacerdote llamado Honen, autor de una obra
titulada “Escoger el Nembutsu sobre todas ¡as cosas”. Este hombre contradijo
las enseñanzas sagradas expuestas por el Buda a lo largo de toda su vida, y
sembró la confusión en los hombres de cada lugar. En Escoger el Nembutsu sobre
todas las cosas leemos: «Con respecto al pasaje en que el maestro de la
meditación Tao-ch’o distinguió entre las enseñanzas del Camino Sagrado y las de
la Tierra Pura, y exhortó a la gente a abandonar las primeras y adoptar
inmediatamente las segundas, ante todo, hay dos clases de enseñanzas del Camino
Sagrado [las del Mahayana y las del Hinayana]. [...] A juzgar por esto, podemos suponer que las
enseñanzas del Mahayana esotérico y las enseñanzas del Mahayana verdadero están
incluidas en el Camino Sagrado. Si esto es así, en tal caso las ocho escuelas
actuales -Palabra Verdadera, Zen, Tendal. Guirnalda de Flores, Tres Tratados,
Características del Dhartna, Tratado sobre el Sutra de los diez niveles y
Síntesis del Mahayana— están íntegramente incluidas en el Camino Sagrado que ha
de abandonarse.
El maestro del Dhanna
T’an-luan, en su Comentario acerca del “Tratado sobre el renacimiento en la
Tierra Pura”, señala: Observo que el Comentario sobre el “Sutra de los diez
niveles” del bodhisattva Nagarjuna afirma: “Hay dos formas mediante las cuales
un bodhisattva puede alcanzar el estado de avaivartika, o de no retroceso. Una
es el camino difícil de practicar, y la otra es el camino fácil de practicar».
“El camino difícil de practicar
equivale a las enseñanzas del Camino Sagrado, mientras que el camino fácil de
practicar equivale a las enseñanzas de la Tierra Pura. Los estudiantes de la
escuela Tierra Pura deben, ante todo, comprender este punto. Aunque antes hayan
estudiado las enseñanzas del Camino Sagrado, si desean ser seguidores de la
escuela Tierra Pura, deben descartar el Camino Sagrado y jurar lealtad a las
enseñanzas de la Tierra Pura”.
Honen también afirma:
«Con respecto al pasaje en que el reverendo Shan-tao diferenció las prácticas
correctas de las secundarías, y exhortó a la gente a abandonar lo secundario
para abrazar lo correcto: (Shan-tao declara lo siguiente:] “En relación con la
primera de las prácticas secundarias, la de leer y recitar los sutras, se
considerará práctica secundaria la adopción, lectura y recitación de todos los
demás sutras, del Mahayana o del Hinayana, exotéricos o esotéricos, excepto la
recitación del Sutra de la meditación sobre el buda Vida Infinita y de los
demás sutras que predican el renacimiento en la Tierra Pura. [...] Con respecto
a la tercera de las prácticas secundarias, que es la de la veneración, se
considerará práctica secundaria la veneración o culto a todo otro buda o
bodhisattva, o deidad de este mundo, con excepción de la veneración al buda
Amida. [...] En vista de esta afirmación, declaro que hay que abandonar estas
prácticas secundarias y concentrarse en la práctica de las enseñanzas de la
Tierra Pura. ¿Qué razón tendríamos para abandonar las prácticas correctas de
las enseñanzas de la Tierra Pura, que nos aseguran que de cien personas, las
cien renacerán en la Tierra Pura, y en cambio aferramos a las muchas prácticas
y procedimientos secundarios, que no podrían salvar a una sola persona en mil?
Los seguidores del Camino deberían ponderar esta observación profundamente”».
»Honen agrega: «En el
Catálogo del canon budista de la era Chen-yüan leemos que, desde los
seiscientos volúmenes del Sutra de la gran sabiduría hasta el Sutra de la
eternidad de la Ley, los sutras exotéricos y esotéricos del Mahayana —o gran
vehículo— totalizan seiscientas treinta y siete obras, en dos mil ochocientos
ochenta y tres volúmenes. La frase [del Sutra de la meditación] “leer y recitar
el gran vehículo” debería aplicarse a todas estas obras. Hay que entender que,
cuando el Buda predicaba conforme a la capacidad de sus diversos
interlocutores, durante un tiempo enseñó los dos métodos de la meditación
concentrada y la meditación dispersa. (30) Pero luego, cuando reveló su propia
iluminación, dejó de exponer estos dos métodos. La única enseñanza que, una vez
revelada, jamás dejará de transmitirse es la doctrina del Nembutsu».
»Honen también dice:
«Con respecto al fragmento que afirma que el practicante del Nembutsu debe
poseer tres clases de mente, (31) se encuentra en el Sutra de la meditación. En
su comentario sobre ese sutra, [Shan-tao dice]: “Alguien podrá preguntar: ‘Si
hay personas cuya práctica y comprensión difieren de la de los seguidores del
Nembutsu, personas de ideas erradas y distorsionadas [¿cómo deberíamos
enfrentarlas?]’. Ahora me cercioraré de que sus ideas perversas y distintas no
causen problemas. Estas personas de conceptos malvados, de entendimiento y
prácticas diferentes, se podrían comparar con una pandilla de ladrones que hacen
detener al viajero cuando este ya ha iniciado su travesía y se ha alejado uno o
dos pasos". En mi opinión, cuando este comentario habla de entendimiento
diferente, de prácticas distintas, de doctrinas diversas y de creencias
discrepantes, se está refiriendo a las enseñanzas del Camino Sagrado».
»Finalmente, en un
último pasaje, Honen dice: «Si uno desea escapar rápidamente de los
sufrimientos del nacimiento y la muerte, debe confrontar estas dos enseñanzas
superiores entre sí y, luego, descartar las del Camino Sagrado y escoger las de
la Tierra Pura. Y si uno desea seguir las enseñanzas de la Tierra Pura, debe
confrontar las prácticas secundarías con la práctica correcta, abandonar las
primeras y consagrar toda su atención a la práctica correcta».
»Cuando examinamos estos fragmentos, vemos que
Honen cita las explicaciones erróneas de T’an-luan, Tao-ch’o y Shan-tao, y
establece categorías, como las del Camino Sagrado y las enseñanzas de la Tierra
Pura, o como las del camino difícil de practicar y el camino fácil de
practicar. Luego, toma las seiscientas treinta y siete obras en dos mil
ochocientos ochenta y tres volúmenes que integran las enseñanzas del Mahayana expuestas
por el Buda a lo largo de su vida, incluidos el Sutra del loto y los sutras de la
Palabra Verdadera, y las suma a todos los budas, bodhisattvas y deidades de
este mundo, para equipararlos a las categorías de enseñanzas del Camino
Sagrado, camino difícil de practicar y prácticas secundarias, y exhorta a la
gente a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos». Con estas cuatro
instrucciones, confunde a la población. Y como si no bastara con ello, agrupa a
todos los monjes venerables de los tres países [la India, la China y el Japón]
y a los estudiantes del budismo de las diez direcciones, y dice que son una
«pandilla de ladrones», para hacer que la gente los insulte.
»Al actuar así, vuelve
las espaldas al pasaje de los tres sutras de la Tierra Pura, los sutras de su
propia escuela, que contienen el juramento de Amida de salvar al pueblo
«excepto a aquellos que cometen las cinco faltas capitales y a aquellos que
actúan contra la enseñanza correcta». (32) Más fundamentalmente, revela que no
ha comprendido la advertencia contenida en el segundo volumen del Sutra del
loto, corazón y esencia de todo el conjunto de las enseñanzas expuestas por el
Buda durante los cinco períodos de su prédica, que dice: «El que no tiene fe en
este sutra y, en cambio, actúa contra él [...]. Cuando su vida concluya,
entrará en el infierno Avichi». (33)
»Ahora hemos comenzado esta última época en
que los hombres dejan de ser venerables. Cada uno entra en su propio camino de
sombras, y todos olvidan la vía directa. ¡Qué lástima que nadie los cure de su
ceguera! ¡Qué penoso es verlos abrazar en vano sus falsas creencias! A raíz de
ello, desde el gobernante del país hasta los últimos plebeyos creen que no hay
sutras verdaderos fuera de los tres de la Tierra Pura, y que no hay más budas
que Amida y sus dos asistentes.(34)
»En un tiempo, hubo
hombres como Dengyo. Gishin, Jikaku y Chisho, que recorrieron diez mil millas a
través del mar para llegar a la China y conseguir las enseñanzas sagradas. Una
vez allí, surcaron montañas y ríos para reverenciar las estatuas budistas [y
traerlas de vuelta consigo]. En algunos casos, construyeron templos sagrados en
las altas cumbres para preservar estatuas y escrituras. En otros, construyeron
recintos sagrados en profundos valles, donde tales objetos pudiesen ser
honrados y reverenciados. Por eso, los budas Shakyamuni y Maestro de la
Medicina (35) resplandecieron juntos y proyectaron su influencia al presente y
a la época por venir, mientras que los bodhisattvas Arca Sideral y Acervo de la
Tierra prodigaron beneficios a vivos y muertos por igual. En ese entonces, los
soberanos del país hacían donaciones a las aldeas y comarcas para que las
lámparas no dejaran de arder ante las imágenes, y los administradores de las
grandes fincas cedían campos y jardines como ofrenda.
»Pero, a causa de este
libro de Honen, “Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas”, hoy el pueblo ha
olvidado a Shakyamuni, señor de las enseñanzas, para honrar sólo a Amida, el
buda de la tierra del Oeste. La transmisión de la Ley [del buda Shakyamuni] ha
caído en el olvido, (36) y lo mismo ocurre con Maestro de la Medicina, El Que
Así Llega de la Región Oriental. Sólo se presta atención a los cuatro volúmenes
de los tres sutras de la Tierra Pura, pero se relega al abandono las demás
escrituras espléndidas que expuso Shakyamuni durante los cinco períodos de su
prédica. Si un templo no está consagrado a Amida, la gente no siente
inclinación a mantenerlo ni a honrar a los budas allí entronizados; si un
sacerdote no practica el Nembutsu, el pueblo pierde interés en darle limosnas.
Como resultado de esta situación, los recintos dedicados al Buda hoy se
encuentran en la ruina; de sus tejados cubiertos de musgo apenas se eleva una
tenue voluta de humo. Los edificios destinados a los sacerdotes yacen vacíos y
desmantelados, cubiertos sus patios de malezas. Pero aun en tales condiciones,
nadie piensa en proteger la Ley o en restaurar los salones. Por eso, los
venerables sacerdotes que antaño presidían los templos hoy se marchan para no
volver, y las deidades benevolentes que custodiaban la nación se alejan para no
regresar. Y todo esto ha ocurrido a partir de la obra de Honen, “Escoger el
Nembutsu sobre todas las cosas”. ¡Qué lamentable es pensar que, al cabo de unas
pocas décadas, cientos, miles, decenas de miles de personas se hayan dejado
engañar por esta enseñanza endemoniada y, en tantos casos, se haya instalado la
contusión con respecto a la verdadera enseñanza del budismo! Si la gente
favorece lo circunstancial y olvida lo importante, ¿cómo esperar que las
deidades benevolentes contengan su irritación? Si la gente descarta lo perfecto
y adopta lo parcial, ¿cómo esperar que el mundo evada los planes de las
funciones demoníacas? En lugar de ofrendar diez mil plegarias como remedio,
mejor sería proscribir simplemente este único mal.
El huésped, esta vez sin
ocultar su cólera, replicó:
—En las eras
transcurridas desde que nuestro maestro original, el buda Shakyamuni, predicó
los tres sutras de la Tierra Pura, el maestro del DharmaT’an-luan estudió los cuatro tratados, (37) pero luego los
abandonó para depositar por completo su fe en las enseñanzas de la Tierra Pura;
del mismo modo, el maestro de la meditación Tao-ch’o dejó de propagar las
prácticas amplias del Sutra del nirvana y se dedicó totalmente a propagar la
práctica que conduce a la Tierra Pura del Oeste. El reverendo Shan-tao descartó
las prácticas secundarias y estableció la práctica única del Nembutsu, y el supervisor
sacerdotal Eshin compiló pasajes esenciales de los sutras para armar su obra y
situó como núcleo cada posibilidad de su enseñanza la práctica única del
Nembutsu. De tal manera, estos hombres honraron y respetaron al buda Amida, e
hicieron que incontables multitudes pudieran renacer en la Tierra Pura.
»En especial, si hay
alguien digno de mención es el venerable Honen, quien de niño ingresó en el
monasterio del monte Hiei. A los diecisiete años, ya había leído los sesenta
volúmenes de la literatura perteneciente a la escuela Tendai, (38) e
investigado la totalidad de las ocho escuelas hasta dominar sus fundamentos.
Además, había leído siete veces todo el conjunto de sutras y de tratados, y
profundizado en todas las exégesis y biografías. Su sabiduría resplandecía como
el sol y la luna, y su virtud superaba la de los maestros anteriores.
A pesar de todo ello,
no lograba disipar por completo sus dudas sobre el Camino correcto hacia la
iluminación, y tampoco podía desentrañar el verdadero significado del nirvana.
Por lo tanto, leyó y examinó cuanto texto halló a su alcance, y ponderó
minuciosamente. Por fin, dejó a un lado todos los sutras y se concentró en la
práctica del Nembutsu. Además, sintió que su determinación quedaba confirmada
cuando, de manera milagrosa, Shan-tao se le presentó en un sueño. (39)
Entonces, comenzó a propagar sus doctrinas entre amigos y desconocidos, en las
cuatro esquinas del país. A partir de ese momento, fue aclamado como una
reencarnación del bodhisattva Gran Poder, o venerado como la figura de Shan-tao
renacido. En cada lugar, plebeyos y eminencias inclinaban la cabeza ante él en
señal de respeto; era requerido por hombres y mujeres de todo el país.
»Desde entonces, se han
sucedido primaveras y otoños, se han sumado años
a los años. Y sin embargo, usted insiste en desplazar las
enseñanzas venerables del buda Shakyamuni [contenidas en los sutras de la
Tierra Pura] y en hablar mal adrede del fragmento donde se describe el
juramento del buda Amida. ¿Por qué intenta culpar de los desastres recientes a
la sagrada época de Honen, y por qué se empeña tanto en calumniar a los
antiguos maestros de la escuela Tierra Pura o en insultar al venerable Honen?
Usted, como dice el refrán, anda a la pesca de fallas revisando el pellejo a
contrapelo o pinchando el cuero para ver si sale sangre. Desde antaño hasta el
presente, el mundo nunca ha visto a un difamador como usted. Más le valdría
tener un poco de cautela y cuidar lo que dice. Cuando uno acumula faltas tan
graves, tarde o temprano le llega el escarmiento. Hasta me da miedo estar aquí
sentado en su compañía... ¡Será mejor que tome el bastón y prosiga mi camino!
El anfitrión, con una
sonrisa, contuvo a su huésped y respondió:
—Los insectos que viven
en la pimienta de agua olvidan el amargo sabor de esta planta; el que permanece
mucho tiempo en una cloaca deja de asquearse del olor nauseabundo. He aquí que
usted escucha mis buenas reflexiones y piensa que son palabras de maldad;
señala a un hombre que denigra la Ley y lo llama «venerable»; habla de un
maestro correcto y lo toma por un monje depravado. Su confusión es realmente
grande, y su ofensa dista de ser pequeña. Escuche como, a mi juicio, se originó
esta confusión, y discutamos el asunto en detalle.
»El buda Shakyamuni
expuso los cinco períodos de sus doctrinas, estableció el orden en el cual
estas serían predicadas y las dividió en enseñanzas provisionales y verdaderas.
Pero T’an-luan, Tao-ch’o y Shan-tao adoptaron las enseñanzas provisionales y
olvidaron la verdadera, tuvieron en cuenta lo que el Buda había enseñado en las
etapas tempranas de su prédica y descartaron lo que expuso después. No fueron
personas inclinadas a profundizar en los aspectos más esenciales de la doctrina
budista.
Honen, en particular,
siguió las prácticas indicadas por tales maestros, pero sin conocer su fuente.
¿Cómo lo sabemos? Porque agrupó en un solo conjunto las seiscientas treinta y
siete escrituras del Mahayana en dos mil ochocientos ochenta y tres volúmenes,
y en ese conjunto incluyó a los budas, bodhisattvas y deidades de este mundo, y
urgió a las personas a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos. Con
esas cuatro instrucciones corrompió el corazón de todo el pueblo; vertió
palabras depravadas, fruto de su propia invención, sin tener para nada en
cuenta las explicaciones contenidas en las escrituras budistas. Su discurso es
una cháchara infundada de la peor clase, un caso inconfundible de difamación.
No hay palabras para describirlo, y no hay censura que resulte suficiente para
poner de relieve su error. Y sin embargo, el pueblo tiene fe en estos
planteamientos sin base, y honra sin excepción su libro Escoger el “Nembutsu
sobre todas las cosas”. En consecuencia, la gente venera los tres sufras de la
Tierra Pura y hace a un lado todos los demás. Honra a un solo buda, Amida de la
Tierra de la Perfecta Felicidad, y olvida a todos los demás. Un hombre como
Honen es, en verdad, archienemigo de los budas y de las escrituras; detractor
de sacerdotes venerables y de hombres y mujeres por igual. Sus enseñanzas
distorsionadas ya se han propagado en las ocho regiones del país, y hoy inundan
las diez direcciones.
«Usted se escandalizó
cuando atribuí a un periodo anterior (40) la responsabilidad de los desastres
producidos en los últimos años. Tal vez deba citar algunos ejemplos del pasado
para mostrarle que sus sentimientos están mal orientados.
»El segundo volumen de “Gran
concentración e introspección” cita un fragmento de “Crónicas del historiador”
donde se afirma: «En los últimos años de la dinastía Chou, las personas
llevaban el cabello suelto y desgreñado, se paseaban desnudas hasta la cintura
y no observaban los ritos ni las reglas». En su segundo volumen, el Comentario
sobre «Gran concentración e introspección» explica este pasaje citando del
siguiente modo el Comentario de Tso sobre los «Anales de primavera y otoño»:
«Cuando el rey P’ing de la dinastía Chou trasladó por primera vez su capital al
Este, vio hombres en las márgenes del río Yi que llevaban el cabello suelto y
despeinado, y realizaban sacrificios en los campos. Alguien de profundo
discernimiento dijo: “En menos de cien años, la dinastía caerá, pues ya no se respetan
los ritos”». A juzgar por esto, es evidente que primero se observan los
indicios, y luego se produce el desastre.
»[El fragmento de Gran
concentración e introspección continúa diciendo:] «Juan Chi (41) fue un hombre
de talento extraordinario, pero comenzó a llevar el cabello despeinado y a
atarse el cinturón descuidadamente. Tiempo después, los hijos de los
aristócratas lo imitaron, hasta que el comportamiento indecoroso y grosero pasó
a ser visto como algo natural, y los que actuaban de manera disciplinada y
correcta fueron considerados simples campesinos y tratados con burla y desdén.
Esto fue indicio de que la familia Ssu-ma [gobernantes de la dinastía Chin
Occidental] pronto caería en la ruina».
»De manera similar, el “Registro
de un peregrinaje a la China en busca de la Ley”, del gran maestro Jikaku,
señala que, en el primer año de la era Hui-ch’ang (841), el emperador Wu-tsung
de la dinastía T’ang ordenó al sacerdote Ching-shuang del templo
Chang-ching-ssu que transmitiese en diversos templos las enseñanzas del Nembutsu
referidas al buda Amida. Ching-shuang pasó tres días en cada templo, yendo de
uno a otro sin descanso. »En el segundo año de la misma era, soldados de la
tierra de los figures (42) invadieron las fronteras del Imperio T’ang. En el
tercer año de la misma era, el comandante regional del área situada al norte
del río Amarillo inesperadamente organizó una revuelta. Tiempo después, el
reino del Tibet rehusó una vez más obedecer órdenes de la China, y los uigures
volvieron a ocupar territorios chinos. En líneas generales, se produjeron
conflictos y levantamientos similares a los que acompañaron el derrocamiento de
la dinastía Ch’in y del líder militar Hsiang Yü, y hubo aldeas y ciudades
consumidas por las llamas y por otros desastres. Para colmo de males, el
emperador Wu-tsung emprendió una vasta campaña para acabar con las enseñanzas
budistas y destruyó muchos templos y pagodas. Nunca logró sofocar las
rebeliones y murió angustiado poco tiempo después. (Esto, en esencia, es lo que
dice el pasaje original de Jikaku.)
»En vista de tales
acontecimientos, deberíamos considerar que Honen vivió en la época del
emperador retirado Gotoba, cerca de la era Kennin (1201-1204). Y lo que sucedió
al Emperador retirado es evidente para cualquiera. (43) De tal suerte, en la
China de la dinastía T´ang encontramos un caso que ejemplifica la caída de un
emperador y, en tiempos más recientes, nuestro propio país también ofrece una
prueba semejante. Esto no debería hacerlo dudar ni resultarle extraño. Lo único
que hay que hacer ahora es abandonar las prácticas perniciosas y adoptar
prácticas buenas, cortar esta aflicción de raíz y eliminarla desde su origen.
El huésped, algo menos
irritado, dijo:
—Aunque no conozco el
tema en profundidad, creo entender en cierta medida a qué se refiere. No
obstante, en toda la región que va desde Kioto —la capital— hasta Kamakura
-sede del sogún—, hay muchas eminencias budistas y figuras importantes del
clero. Pero ninguno de ellos, hasta ahora, se ha dirigido al sogún con respecto
a este asunto ni ha presentado al trono petitorio alguno. Por otro lado, usted,
hombre de humilde formación, no vacila en lanzar acusaciones ofensivas. Su
aseveración va demasiado lejos, y su conducta resulta irrazonable...
—Es posible que sea un
hombre de escasa capacidad -respondió el anfitrión-, pero me he consagrado
reverentemente al estudio del Mahayana. Un moscardón puede recorrer diez mil
millas si se aferra a la cola de un corcel de pura sangre; la hiedra puede
alcanzar una altura de trescientos metros si crece sujeta al tronco de un gran
pino. Nací para ser hijo de un buda, Shakyamuni, y presto servicio al Sutra del
Loto, rey de las escrituras. ¿Podría contemplar la decadencia de la Ley budista
sin sentimientos de pesar y de aflicción?
»Además, el Sutra del
nirvana señala: «Si incluso un buen monje ve a alguien que está destruyendo la
enseñanza y no le da importancia, no lo refuta, no lo expulsa o sanciona por su
falta, debéis comprender que ese monje está traicionando la enseñanza del Buda.
Pero si expulsa al que destruye la Ley, lo refuta o lo castiga, en tal caso es
mi discípulo y es alguien que auténticamente escucha la voz».
»No sé si seré un «buen
monje», pero, con toda seguridad, no quiero que me acusen de «traicionar la
enseñanza del Buda». Por lo tanto, para evitar tales impugnaciones, he citado
algunos principios generales y he proporcionado una explicación somera sobre la
cuestión.
»Años atrás, durante la
era Gennin (1224-1225), los templos Enryaku-ji y Kofuku-ji reiteradamente
presentaron alegatos al trono, a raíz de los cuales el gobierno imperial
promulgó un edicto, y el sogunato, una carta de instrucción, ordenando que los
bloques tipográficos empleados en la impresión de “Escoger el Nembutsu sobre
todas las cosas”, de Honen, fuesen confiscados y llevados al Gran Salón de
Conferencias del Enryaku-ji. Allí, estos fueron arrojados al fuego para saldar
la deuda contraída con los budas del pasado, presente y futuro. Además, se
ordenó a los sirvientes del santuario de Kajin-in que excavasen y destruyesen
la tumba de Honen. Luego, la Corte Imperial desterró a lejanas regiones a
discípulos de Honen como Ryukan, Shoko, lokaku, Sassho y otros, a quienes jamás
se concedió el perdón.
»En vista de tales
hechos, ¿cómo puede usted decir que nadie ha protestado jamás ante las
autoridades acerca de este asunto?
El huésped, aún en tono
suave, replicó:
—No podría decir que
Honen es el único en despreciar los sutras y en hablar mal de otros sacerdotes
[ya que usted, sin ir mas lejos, hace lo mismo). Sin embargo, es cierto que
toma las seiscientas treinta y siete escrituras del Mahayana en dos mil
ochocientos ochenta y tres volúmenes, junto a todos los budas, bodhisattvas y
deidades de este mundo, y exhorta a la gente a «descartarlos, cerrarlos,
ignorarlos y abandonarlos». No hay duda de que estas cuatro instrucciones son
palabras de él; el significado del fragmento, además, es harto claro. Pero
usted persiste en destacar este pequeño «defecto en la joya», en el cual se basa
para denostarlo severamente. No se si las palabras de Honen fueron producto de
la ilusión o de la iluminación; entre él y usted, no puedo discernir quién es
el sabio y quién, el necio, ni establecer cuáles afirmaciones son correctas y
cuáles, erróneas.
»Sin embargo, usted dice que todos los
desastres recientes se remontan a “Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas;
habla de la cuestión sin escatimar palabras y se extiende en el significado de
sus conceptos. Sin duda, tanto el gobernante como los súbditos buscan la paz
del mundo y la estabilidad de la nación; con seguridad, este es el deseo de
todos los habitantes del país. La nación adquiere prosperidad mediante la Ley
budista, y son las personas las que demuestran que la Ley es digna de respeto.
Si el país es destruido, si muere la población, ¿quién quedará para seguir
honrando a los budas? ¿Quién seguirá creyendo en la Ley? Por lo tanto, en
primer lugar, uno debería orar por la seguridad de la nación y, luego, actuar
para consolidar la Ley budista. (44) Ahora bien, si usted conoce algún medio
para prevenir los desastres y poner fin a los problemas, me gustaría que lo
expusiese.
—No hay dudas de que el
necio soy yo -respondió el anfitrión-. Jamás osaría afirmar que soy sabio. Así
y todo, quisiera citar algunos pasajes de las escrituras y hacer algunas breves
reflexiones. Con respecto al medio para asegurar el orden nacional, hay
numerosos fragmentos que vienen a colación, tanto en escrituras budistas como
en textos no budistas, y sería difícil citarlos a todos. No obstante, desde que
inicié el estudio del budismo vengo cavilando a menudo sobre esta cuestión y
entiendo que podría asegurarse la estabilidad de la nación y la paz del mundo
en general conteniendo a los detractores de la Ley y respetando a los que
siguen el Camino correcto.
En el Sutra del nirvana
leemos: «“Salvo a una clase de personas -dijo el Buda-, podéis hacer ofrendas a
todo tipo de gente, y los demás os elogiarán”. “¿A qué te refieres cuando
hablas de ‘una clase de personas?”, preguntó Chunda. “Me refiero a aquellos a
quienes este sutra describe como violadores de los preceptos”, replicó el Buda.
Chunda volvió a hablar: “Me temo que no te he comprendido. ¿Puedo pedirte que
te expliques mejor?”. “Cuando hablo de violadores de los preceptos -manifestó
el Buda a Chunda-, me refiero a los icchantikas. A todas las demás personas
podéis hacer ofrendas; todos os alabarán y podréis acopiar grandes
recompensas”. “¿Qué significa el término icchantika, volvió a preguntar Chunda.
“Chunda -respondió el Buda-, supón que hay monjes o monjas laicos o laicas que
denigran la enseñanza correcta con imprudencia y maldad, y que continúan
cometiendo estos graves actos sin mostrar jamás la menor inclinación a cambiar
ni el menor indicio de arrepentimiento en su corazón. Este tipo de personas,
digo yo, están siguiendo el camino de los icchantikas.
»Y luego están los que
cometen las cuatro faltas graves (45) o son culpables de las cinco faltas
capitales y que, aun conscientes de estar perpetrando graves transgresiones, no
muestran señales de temor ni de contrición en su fuero interno desde un
principio o, si lo sienten, no lo dejan traslucir. En lo que concierne a la
enseñanza correcta, no muestran inclinación a protegerla, atesorarla o
consolidarla a lo largo del tiempo; en cambio, hablan de ella con malicia y
desprecio, y con palabras impregnadas de error. También digo que las personas
de esta clase están siguiendo el camino de los icchantikas. Salvo a este grupo
de personas, llamadas icchantikas, podéis ofrecer limosnas a todos los demás, y
todos os elogiarán».
»En otra parte del mismo
sutra, el Buda dice estas palabras: «Cuando evoco el pasado, recuerdo haber
sido rey de un gran estado, en este continente de Jambudvipa. Mi nombre era
Sen’yo, y amaba y veneraba escrituras del gran vehículo. Mi corazón era puro y
bueno, y no había en él rastros de maldad, envidia o avaricia. Buenos hombres,
en esa época mi corazón atesoró las enseñanzas del gran vehículo. Cuando oía
que algún brahmán calumniaba estos sutras correctos e iguales, lo mandaba matar
de inmediato. Buenos hombres, gracias a esa acción, a partir de ese momento
nunca más caí en el infierno».
»En otro pasaje afirma:
«En el pasado, cuando El Que Así Llega fue gobernante de una nación y practicó
el Camino del bodhisattva, dio muerte a numerosos brahmanes».
»Y también agrega: «Hay
tres grados de matanza: menor, intermedia y mayor. El grado menor es la muerte
de cualquier ser inferior, desde una hormiga hasta cualquier clase de animal.
Pero queda excluida la matanza de cualquier criatura con cuya forma haya
escogido nacer un bodhisattva [para ayudar a otros seres vivos]. El que comete
este tipo de matanza, de grado menor, caerá en el estado de infierno, o el de
las entidades hambrientas, o el de los animales, y sufrirá todos los dolores
correspondientes a la matanza de grado menor. ¿Y por qué? Porque hasta los
animales y seres inferiores poseen las raíces del bien, por insignificantes que
estas raíces puedan parecemos. Por eso, el que mata a un ser de este tipo debe
sufrir la plena retribución que corresponde a su falta.
»Matar a cualquier ser
humano, desde un mortal común hasta un anagamin, (46) constituye una matanza de
grado intermedio. El que perpetra este tipo de muerte caerá en el estado de infierno,
o de las entidades hambrientas, o de los animales, y sufrirá todos los dolores
correspondientes a la matanza de grado intermedio. La matanza de grado mayor se
refiere al homicidio de un progenitor, un arhat, un pratyekabuddha o un
bodhisattva que ha llegado al nivel de la no regresión. Por un crimen así, uno
caerá en el gran infierno Avichi. Buenos hombres, si alguien mata a un icchantika,
ese homicidio no cae en ninguna de las tres categorías mencionadas. Buenos
hombres, a decir verdad, los diversos brahmanes a los que dije haber dado
muerte fueron todos icchantikas.
»En el Sutra de los
reyes benevolentes leemos: «El Buda anunció al rey Prasenajit: “Así pues, confío
la protección de mis enseñanzas al soberano de la nación, más que a los monjes
y monjas. ¿Y por qué lo hago? Porque ellos no poseen el poder y la autoridad
que tiene un rey”».
»El Sutra del nirvana
dice: «Ahora, confío la enseñanza correcta, que es insuperable, a los
gobernantes, ministros, altos oficiales y a las cuatro clases de budistas. Si
alguien llegase a calumniar la enseñanza correcta, los ministros y las cuatro
clases de budistas deberán reprenderlo y llamarlo al orden».
»También indica: [Bodhisattva]
Kashyapa -respondió el Buda—, yo pude adquirir este cuerpo diamantino porque
fui un defensor de la enseñanza correcta. [...] Buen hombre, los defensores de
la enseñanza correcta no necesitan observar los cinco preceptos ni practicar
las reglas de la conducta apropiada. Por el contrario, deben portar cuchillos y
espadas, arcos y flechas, alabardas y lanzas».
»Y también dice el Buda:
«Aun cuando haya personas que observen los cinco preceptos, no merecen llamarse
practicantes del gran vehículo. Pero si alguien no observa los cinco preceptos
y defiende la enseñanza correcta, en tal caso puede llamarse practicante del
gran vehículo. Los defensores de la enseñanza correcta deberán portar cuchillos
y espadas, armas y palos. Aunque lleven espadas y palos, yo digo que son
personas que observan los preceptos».
»En forma similar, el Buda
explicó: «Buenos hombres, en tiempos lejanos, en esta ciudad de Kushinagara
apareció un buda llamado Alegría Creciente El Que Así Llega. Después de la
muerte de este buda, la enseñanza correcta que él había transmitido prevaleció
en el mundo durante incontables millones de años. Finalmente, llegaron los
últimos cuarenta años antes de que la enseñanza budista se extinguiera.
»En ese momento, vivió
un monje llamado Concreción de la Virtud, que observaba los preceptos, aunque
en esa época había muchos otros monjes que no lo hacían. Un día, estos lo
escucharon predicar; el corazón se les llenó de oscuros sentimientos y, armados
de palos y espadas, fueron al encuentro de ese maestro de la Ley.
»En ese momento, el
gobernante del reino se llamaba Poseedor de Virtud. Cuando este fue enterado de
lo que ocurría, para defender la enseñanza fue de inmediato al sitio donde el
monje predicaba la Ley y luchó con todas sus fuerzas contra los monjes malvados
que violaban los preceptos. A raíz de esto, el monje que había estado
predicando pudo escapar y eludir graves daños. Pero el Rey recibió tantas
heridas de cuchillo y de espada, de alabarda y de lanza, que en su cuerpo no
quedó ileso ni un solo punto del tamaño de una semilla de mostaza.
»En ese momento, el monje
Concreción de la Virtud elogió al monarca: “¡Espléndido, espléndido! —exclamó—.
¡Oh, Rey, sois ahora un verdadero defensor de la enseñanza correcta. En los
tiempos futuros, vuestro cuerpo será, sin duda, un vehículo ilimitado de la
Ley!”.
»En ese momento, el Rey
ya había escuchado la enseñanza, por lo cual su corazón se inundó de dicha.
Poco después, halló la muerte y renació en la tierra del buda Akshobhya, donde
llegó a ser el discípulo principal del Buda. Por otro lado, todos los líderes
militares, ciudadanos y allegados al Rey, que habían combatido a su lado o
celebrado su esfuerzo, sintieron arder dentro de su corazón la determinación
inquebrantable de lograr la Budeidad, y después de morir, renacieron todos en
la tierra del buda Akshobhya.
Tiempo después, murió el
monje Concreción de la Virtud, y él también pudo renacer en la tierra del buda
Akshobhya, donde fue el segundo de los discípulos del Buda que escuchaban la
voz. De esta misma forma, cuando la enseñanza correcta esté a punto de morir,
esa es la forma en que uno debería defenderla y protegerla.
»Kashyapa, el Rey que
vivió en aquella época era yo, y el monje que predicaba era el buda Kashyapa. (47)
Kashyapa, los que defienden la enseñanza correcta disfrutan de este tipo de
recompensa sin límite. Por eso, yo pude adquirir las características
distintivas que hoy poseo y adornarme con ellas, y adoptar el cuerpo del Dharma
imposible de destruir».
»Más adelante, el Buda
declara al bodhisattva Kashyapa: «Por esta razón, los creyentes laicos y otros
que deseen defender la Ley deberán portar palos y espadas, para protegerla de
tal modo.
»Buenos hombres, en la
época de maldad y de impureza posterior a mi muerte, el país caerá en la
devastación y el desorden, los hombres se robarán y despojarán unos a otros, y
el hambre doblegará a la población. Muchos hombres, en ese momento, vencidos
por el hambre, anunciarán su determinación de abandonar el hogar y abrazar el
sacerdocio. A los de esta clase se los conocerá como “cabezas rapadas”. (48)
Cuando esta multitud de cabezas rapadas vean a alguien que intente proteger la
enseñanza correcta, lo perseguirán para expulsarlo, o incluso para matarlo o
herirlo. Por eso, ahora permitiré a los monjes que observan los preceptos que
se rodeen y acompañen de laicos de túnicas blancas armados de palos y de
espadas. Y aunque estos lleven palos y espadas, yo digo que son hombres que
observan los preceptos. Pero aunque porten palos y espadas, jamás deberán
emplearlos para matar».
»En el Sutra del loto
leemos: «El que no tiene fe en este sutra y, en cambio, actúa contra él,
inmediatamente destruirá todas las semillas que le permitirán ser un buda en
este mundo. [...] Cuando su vida concluya, entrará en el infierno Avichi».
»El significado de estos
fragmentos de los sutras es claro por demás. ¿Acaso hay necesidad de añadir
explicaciones? Si aceptamos las palabras del Sutra del loto, debemos entender
que actuar contra las escrituras del Mahayana es mucho más grave que cometer
las cinco faltas capitales infinidad de veces. Por ende, quien lo haga quedará encerrado en la gran fortaleza del
infierno Avichi y no tendrá esperanzas de ser liberado en un tiempo
incalculablemente largo. De acuerdo con el Sutra del nirvana, uno puede hacer
ofrendas a una persona que ha cometido las cinco faltas capitales, pero jamás
debe dar limosnas a aquel que actúa contra la Ley. El que mata a una hormiga
con certeza caerá en los malos caminos, pero el que ayude a erradicar los actos
contra la Ley ascenderá al nivel donde no hay retroceso. Por tal motivo, el
pasaje nos dice que el monje Concreción de la Virtud renació como el buda
Kashyapa, y que el rey Poseedor de Virtud renació como el buda Shakyamuni.
»El Sutra del loto y el
Sutra del nirvana representan la esencia de las doctrinas predicadas por
Shakyamuni durante los cinco períodos de su vida de enseñanzas. Sus
advertencias deberían ser tomadas con extrema seriedad. ¿Quién osaría no
escucharlas? Y sin embargo, los que olvidan el Camino correcto y actúan contra
la Ley depositan más confianza que nunca en Escoger el Nembutsu sobre todas las
cosas, de Honen, y dejan que su estupidez los ciegue cada vez más.
»Algunos de ellos,
recordando la imagen de su maestro en vida, tallan esculturas en madera y
pintan cuadros que lo retratan, mientras que otros, convencidos de su perversa
enseñanza, tallan tipos de madera con los cuales imprimir sus teas palabras.
Estos escritos son diseminados por todo el territorio rodeado de mar y llevados
allende las ciudades hacia las zonas rurales, hasta que todo tributo termina
siendo para las prácticas de esta escuela y toda ofrenda acaba beneficiando a
sus sacerdotes.
Como resultado, vemos
que la gente corta los dedos a las estatuas de Shakyamuni y los vuelve a
colocar para que reproduzcan el gesto de Amida o convierte los templos antes
consagrados a Maestro de la Medicina -El Que Así Llega de la Región del Este-
reemplazando sus estatuas por otras de Amida -El Que Así Llega de la Tierra del
Oeste-
O vemos que la ceremonia
de transcripción del Sutra del loto, que se venía celebrando desde hacía
cuatrocientos años en el monte Hiei, pasa a reemplazarse por la transcripción
de los tres sutras de la Tierra Pura, o que las conferencias anuales (49) sobre
las doctrinas del gran maestro T’ien-t’ai son sustituidas por las disertaciones
sobre las enseñanzas de Shan-tao. A decir verdad, la gente que actúa contra la
Ley y sus allegados son tantos que resultan incalculables. ¿Acaso no son
destructores del Buda?
¿Acaso no son destructores de la Ley? ¿O de la Orden budista? Y
todas sus enseñanzas desviadas provienen de Escoger el Nembutsu sobre todas las
cosas.
¡Es, ay, tan lamentable
que la gente vuelva las espaldas a las veraces palabras de prohibición
enunciadas por El Que Así Llega [Shakyamuni] ¡Es tan trágico que presten oídos
a las palabras burdas y engañosas de este sacerdote ignorante! Si deseamos
establecer el orden y la tranquilidad en este mundo sin pérdida de tiempo,
debemos poner fin a estos actos contra la Ley que invaden el país.
El huésped observó:
—Si queremos detener a
estas personas que actúan contra la Ley y deshacernos de los que violan las
prohibiciones del Buda, ¿debemos condenarlos a muerte, como describen los
pasajes de los sutras por usted mencionados? Pero en tal caso, ¿no seríamos
nosotros culpables de herir y matar a otros? ¿No nos expondríamos a sufrir las
consecuencias de este proceder?
»En el Sufra de la gran
compilación, el Buda afirma: «Si una persona se afeita la cabeza y se viste con
túnica sacerdotal, debería recibir ofrendas de los seres humanos y celestiales,
ya sea que observe o que infrinja los preceptos. Quienes le hagan ofrendas
estarán dándome limosnas y apoyo a mí, pues tal persona es mi hijo. Pero si
alguien golpea a esa persona, estará golpeando a mi hijo, y si lo insulta o
maldice, me estarávilipendiando a mí».
»Si nos detenemos a
considerarlo, debemos advertir que cuando alguien es sacerdote —sea bueno o
malo, actúe mal o bien— merece que se le brinden ofrendas y alimentos. Pues
¿cómo podría uno golpear o insultar al hijo sin causar dolor y sufrimiento al
padre? Los brahmanes de la escuela Bastón de Bambú que asesinaron al venerable
Maudgalyayana llevan muchísimo tiempo sumidos en las profundidades del infierno
del sufrimiento incesante. Por haber matado a la monja Utpalavarna, Devadatta
viene asfixiándose desde hace mucho tiempo entre las llamas del infierno
Avichi. Los ejemplos de épocas pretéritas dejan la cuestión absolutamente
clara; la época actual, por su parte, teme a esta falta más que a ninguna otra
cosa. Usted habla de castigar a los que actúan contra la Ley, pero hacer algo
semejante sería violar las prohibiciones del Buda. Me cuesta creer que este
tipo de conducta sea la correcta. ¿Cómo podría justificarla?
-Ya ha escuchado con
atención los pasajes de los sutras que acabo de citarle —dijo el anfitrión—, ¡y
sin embargo me hace una pregunta como esta! ¿Es que superan su capacidad de
entendimiento? ¿O acaso no entiende el razonamiento que los sustenta? Por
cierto, no tengo ninguna intención de censurar a los hijos del Buda. Mi única
aversión es a los actos contra la Ley. De acuerdo con las enseñanzas budistas,
antes de la época de Shakvamuni a los monjes calumniadores se los condenaba a
la pena de muerte. Pero desde los tiempos de Shakyamuni, El Que Puede Resistir,
en las enseñanzas de los sutras quedó estipulado que no se debía dar más
ofrendas a los monjes que actuasen contra la Ley. Ahora bien, si en la tierra
comprendida entre los cuatro mares y en los diez mil territorios, las cuatro
clases de budistas dejasen de dar limosnas a los sacerdotes corruptos y, en
cambio, se inclinasen en favor del bien, ¿habría forma de que siguieran
acosándonos los problemas o de que continuasen afligiéndonos los desastres?
Al oír esto, el huésped
se apartó de su esterilla en señal de respeto, se enderezó el cuello de la
túnica y manifestó:
-Las enseñanzas budistas varían ostensiblemente, y es difícil
investigar cada doctrina en profundidad. Vine albergando muchas dudas que me
movían a perplejidad y me impedían discernir entre el bien y el mal.
No obstante, esta obra
del venerable Honen, Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas, existe, y es un
hecho que agrupa en una misma categoría a los diversos budas, sutras, Bodhisattvas
y deidades, y nos insta a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos».
El significado del texto es perfectamente claro. A raíz venerables se han
alejado de las deidades benevolentes se han marchado de sus moradas, el hambre
y la sed prevalecen en el mundo, y la enfermedad y las pestes se propagan por
doquier.
»Usted, citando una
amplia variedad de escrituras, me ha demostrado con claridad las verdades y
errores de este asunto. Por lo tanto, he abandonado por completo mis erradas
ideas anteriores, y se me han abierto los ojos y los oídos a cada aspecto de la
cuestión.
»Sin duda alguna, todas
las personas, desde el gobernante hasta los súbditos que forman el pueblo,
desean con deleite la estabilidad de la nación y la paz de este mundo. Si
ponemos fin de inmediato a las ofrendas destinadas a estos icchantikas y nos
aseguramos de que se brinde apoyo constante a las filas de verdaderos
sacerdotes y monjas, si podemos aquietar estas «olas blancas» (50) que agitan
el océano del Buda y talar estos «verdes bosques» que saturan el monte de la
Ley, el mundo podrá volver a ser pacífico como lo fue en la época de oro de Fu
Hsi y de Shen Nung, y la nación podrá florecer como lo hizo bajo el gobierno de
los venerables monarcas Yao y Shun.(51) De allí en adelante, habrá tiempo de
abrevar en las aguas de la Ley y decidir cuáles doctrinas son superficiales y
cuáles, profundas, y rendir tributo a los pilares y vigas que sostienen la
morada del Buda.
El anfitrión exclamó,
complacido:
—¡La paloma se ha
transformado en halcón, y el gorrión, en almeja! (52) ¡Qué reconfortante!
¡Usted se ha relacionado con un amigo en el salón perfumado de orquídeas, y
ahora su postura es recta como la artemisa que crece entre el cáñamo! (53) Si
realmente va a reflexionar sobre los problemas que he descrito y si va a
depositar total confianza en las palabras que le he manifestado, los vientos
soplarán con suavidad, el oleaje recobrará la calma y en poco tiempo más
estaremos gozando de abundantes cosechas.
»Pero el corazón del ser
humano cambia con el paso del tiempo, y el entorno puede hacer que las cosas
modifiquen su naturaleza. Tal como la luna reflejada sobre el agua se agita
cuando se mecen las olas, tal como los soldados de la primera línea tiemblan
ante las espadas enemigas, aunque en este momento usted diga creer en mis
palabras, temo que después las olvide por completo.
»Pero si queremos, ante
todo, establecer la seguridad en el país y orar por nuestras existencias
presentes y futuras, debemos observar y analizar la realidad con premura, y
tomar medidas lo antes posible para remediar la situación.
¿Por qué lo digo?
Porque, de las siete clases de desastres descritos en el Sutra Maestro de la
Medicina, cinco ya se han producido y sólo resta que se manifiesten dos: la
calamidad de la invasión extranjera y la calamidad de una rebelión en el propio
territorio. Y de las tres calamidades mencionadas en el Sutra de la gran
compilación, dos ya han aparecido. Sólo falta que se produzca el desastre de la
guerra.
Las diversas clases de
catástrofes y calamidades enumeradas en el Sutra de la luz dorada ya han
surgido una tras otra. Sólo resta materializarse la que el sutra describe como
invasión y pillaje de saqueadores de otras regiones. Esta es la única
catástrofe que falta aparecer. Y de los siete desastres enunciados en el Sutra
de los reyes benevolentes, seis se han abatido sobre nosotros con toda
severidad. Solamente uno resta manifestarse: el que se produce «cuando se alzan
enemigos por todos los flancos e invaden la nación».
»Además, como afirma el
Sutra de los reyes benevolentes: «Cuando el desorden se instala en un país, los
espíritus son lo primero que muestra señales de desenfreno. Como proliferan los
espíritus, todo el pueblo de la nación se descontrola».
»Si examinamos el
panorama actual con cuidado en función de este fragmento, veremos que los
espíritus vienen proliferando desde hace tiempo, y que ya ha perecido gran
parte de la población. Si el primer infortunio pronosticado en el sutra se ha
cumplido de manera tan evidente, ¿cómo dudar de que los otros desastres acabaran
produciéndose? Si, a modo de retribución por las malas doctrinas practicadas,
cayeran sobre nosotros, una tras otra, las demás catástrofes que aún no se han
manifestado, sería demasiado tarde para intervenir, ¿verdad?
»Los emperadores y reyes
encuentran su fundamento en el Estado, y obran para establecer la paz y el
orden durante sus reinados; los ministros y plebeyos ejercen la tenencia de sus
campos y jardines, y atienden las necesidades de la sociedad. Pero si al país llegan
saqueadores de otras regiones o si en los territorios estalla la rebelión, y
las tierras del pueblo son tomadas y sometidas al pillaje, ¿qué otra cosa cabe
esperar más que el pánico y la confusión? Si el país es arrasado y los
habitantes se quedan sin hogar, ¿adonde huirá la gente en busca de amparo? Si a
usted le importa su seguridad personal, debe ante todo orar por el orden y la
tranquilidad en los cuatro sectores del territorio, ¿no lo cree así?
»Siento que los hombres,
a su paso por este mundo, temen lo que habrá de depararles el destino en su
próxima existencia. Por eso, depositan su fe en doctrinas distorsionadas y
rinden culto a enseñanzas erróneas. Me angustia que estén tan confundidos con
respecto al bien y al mal, y al mismo tiempo me da mucha lástima que, habiendo
abrazado el budismo, hayan escogido la escuela incorrecta. Con la fuerza de la
fe que arde en su corazón, ¿por qué tienen que dar crédito a doctrinas
distorsionadas, con tal desaprensión? Si, en lugar de apartar las ilusiones a las
que tanto se aferran, siguen albergando conceptos equivocados, rápidamente
tendrán que abandonar el mundo de los vivos para caer, con toda certeza, en el
infierno del sufrimiento incesante.
»Así pues, el Sutra de
la gran compilación dice: «Aunque, durante incontables existencias del pasado,
el regente de un Estado haya practicado la donación de ofrendas, observado los
preceptos y cultivado la sabiduría, si ve que mis enseñanzas corren peligro de
extinguirse y permanece de brazos cruzados, sin hacer nada para protegerlas,
las muchas e invalorables raíces de bondad que haya plantado durante las
prácticas mencionadas se borrarán íntegramente. [...] No pasará mucho tiempo
antes de que el soberano caiga gravemente enfermo; cuando concluya su vida,
renacerá en el gran infierno. [...] Y la misma suerte correrán la esposa del
gobernante, su heredero, los altos ministros de Estado, los señores feudales de
las ciudades, los jefes de las aldeas y los generales, los magistrados de los
distritos y los demás funcionarios».
»El Sutra de los reyes
benevolentes señala: «Si las personas destruyen las enseñanzas del Buda, no
tendrán hijos piadosos, ni habrá armonía entre las seis clases de parientes, (54)
ni recibirán ayuda de las deidades celestiales y los dragones. Día tras día,
vivirán atormentados por la enfermedad y los malos demonios, y los desastres se
abatirán sobre ellos sin descanso, y el infortunio los hostigará adondequiera
que vayan. Cuando mueran, caerán en el estado de infierno, en el de las
entidades hambrientas o en el de los animales.
Y aunque renazcan como
seres humanos, su destino los llevará a ser esclavos o soldados. El escarmiento
los seguirá como el eco al sonido, como la sombra a los cuerpos. El que escribe
de noche podrá apagar el farol, pero las palabras que trace continuarán allí
escritas. Lo mismo ocurre con el efecto de los actos que llevamos a cabo en los
tres mundos».
»En el segundo volumen
del Sutra del loto se afirma: «El que no tiene fe en este
sutra y, en cambio, actúa contra él [...]. Cuando su vida
concluya, entrará en el infierno Avichi». Y en el capítulo «Jamás Despreciar»,
del séptimo volumen, se lee: «Durante mil kalpas soportaron grandes
sufrimientos en el infierno Avichi».
»En el Sutra del nirvana
leemos: «Si un hombre se aleja de sus buenos amigos, rehúsa escuchar la
enseñanza correcta y, en cambio, adopta malas enseñanzas, como resultado de
estas acciones se hundirá en el infierno Avichi, donde el tamaño de su cuerpo
llegará a ser de ochenta y cuatro mil yojanas de largo y otros tanto de ancho».
(55)
»Cuando examinamos tan
amplia variedad de sufras, vemos que todos ponen de relieve la gravedad de
actuar contra la enseñanza correcta. ¡Qué lástima, que la gente salga del
portal de la enseñanza correcta para internarse tan profundamente en la prisión
de estas doctrinas desviadas! ¡Qué estupidez, que tengan que caer uno tras otro
en las trampas de estas doctrinas malignas y deban permanecer atrapados durante
tanto tiempo en esta red de enseñanzas contrarias a la Ley! Se extravían en su
fétida bruma y se hunden en las intensas llamas del infierno. ¿Quién podría no
angustiarse? ¿Quién podría no sufrir?
»Por eso, debe modificar
enseguida los principios que abriga en su corazón y abrazar el único vehículo
verdadero, la única buena doctrina [del Sutra del loto].
Si lo hace, los tres
mundos se convertirán en tierra de Buda, y ¿dónde se ha visto que una tierra de
Buda decline? Cada región de las diez direcciones podrá ser un reino de
tesoros, y ¿dónde se ha visto que un reino de tesoros sufra daños?
Si vive en un país a salvo del perjuicio y de la decadencia, su
cuerpo hallará paz y seguridad, y su espíritu conocerá el solaz de la calma,
lejos de toda aflicción. ¡Debe creer en mis palabras; debe tener en cuenta lo
que digo!
El huésped respondió:
-Ya que esto concierne a
la vida actual y a las futuras existencias, ¿cómo no ser cauto en cuestiones
como estas? ¿Cómo no darle la razón? Cuando examino los fragmentos de los
sutras que usted ha citado y leo con exactitud lo que ha dicho el Buda. Comprendo
que denigrar la Ley es una falta gravísima, que violar la Ley es, por cierto,
un acto de terribles consecuencias. He depositado mi fe por completo en un solo
buda, Amida, para repudiar a todos los demás. He honrado los tres sutras de la
Tierra Pura, para abominar de las otras enseñanzas. Pero esto no se debe a
ninguna idea distorsionada que yo haya concebido; sencillamente, lo hice
obedeciendo las palabras de las eminencias de antaño. Y lo mismo cabe decir de
todas las demás personas que habitan en las diez direcciones.
No obstante, ahora
comprendo que este proceder sólo consume al ser humano en esfuerzos inútiles
durante esta existencia, y lo condena a caer en el infierno Avichi en sus vidas
futuras. Los textos que usted citó lo esclarecen de manera inconfundible, con
argumentos detallados que no dejan lugar a dudas. A partir de ahora, con la
guía de su cordial instrucción, quiero seguir disipando la ignorancia de mi
mente. Espero que, lo antes posible, podamos hacer algo para contener estos
actos contra la Ley y establecer sin más demora la paz en este mundo, a fin de
asegurarnos la seguridad en esta existencia y la buena fortuna en la próxima.
Pero no basta con que sólo yo acepte sus palabras y crea en ellas; debemos
obrar para que otros también adviertan el error en que se encuentran.
ANTECEDENTES
El vigésimo octavo día
del cuarto mes de 1253, Nichiren Daishonin dio a conocer públicamente la
enseñanza de Nam-myojo-renge-kyo en el templo Seicho-ji, situado en Awa, su
provincia natal. Luego retornó a Kamakura, sede del gobierno militar, para
iniciar la propagación. Al examinar los registros históricos, vemos
que en esa época los nombres de las eras cambiaban con frecuencia. El año 1253
coincidió con la era Kencho. Pero tres años más tarde, en 1256, el nombre de la
era pasó a ser Kogen, y al año siguiente, Shoka. Dos años después, en 1259,
cambió a Shogen; el año posterior, pasó a llamarse Bunno, y un año más tarde,
Kocho. En los cinco años transcurridos entre 1256 y 1261, se produjeron cinco
cambios en las denominaciones de las eras. Esto, por regla, ocurría sólo cuando
era coronado un nuevo emperador o cuando se producían desastres naturales de
graves proporciones; la frecuencia de estos cambios sirve para evaluar la
magnitud de las calamidades que azotaron el Japón en ese período.
Poco después de la
llegada del Daishonin, Kamakura y el país entero padecieron una sucesión de
desastres y conflictos que reforzaron en el Daishonin la convicción de estar
entrando en el Ultimo Día de la Ley. El sexto día del octavo mes de 1256, hubo
lluvias torrenciales que causaron inundaciones y aludes, destruyeron las
cosechas y arrasaron gran parte de Kamakura. El noveno mes del mismo año, una
epidemia hizo estragos en la ciudad y causó muchísimas muertes. Durante el
quinto, el octavo y el undécimo mes de 1257, la ciudad fue sacudida por fuertes
terremotos, y en el sexto y el séptimo mes se produjo una sequía espantosa. Lo
más temible de todo fue un terremoto sin precedentes, que aconteció en el
vigésimo tercer día del octavo mes. El año 1258 fue testigo de catástrofes no
menos devastadoras. En el octavo mes, hubo tormentas que destruyeron las cosechas
en todo el país, e inundaciones en Kamakura, que cobraron numerosasvíctimas. En el décimo mes del mismo año, Kamakura fue escenario
de lluvias torrenciales y extensas inundaciones. En el primer mes de 1258, hubo
incendios que consumieron el templo Jufuku-ji, y en 1259, las epidemias y las
hambrunas se sumaron a violentas tormentas que diezmaron las cosechas.
Nichiren Daishonin
recurrió a las escrituras budistas para determinar la causa de tales desastres.
En su afán de esclarecer esta inquietud, fue al templo Jisso-ji, situado en
Iwamoto, provincia de Suruga, y permaneció allí entre 1258 y mediados de 1260.
Este era uno de los principales templos de la escuela Tendai en la región
oriental del país y, como tal, su biblioteca albergaba muchos sutras
importantes, que el Daishonin leyó y estudió en su totalidad.
Como resultado, en el
Sutra de los reyes benevolentes, el Sutra Maestro de la Medicina, el Sutra de
la gran compilación y el Sutra de la luz dorada, halló pruebas que
fundamentaron su teoría. De todos ellos extrajo citas que aparecen en esta
tesis, Sobre el establecimiento de ¡a enseñanza correcta para asegurar la paz
en la tierra, que cronológicamente es la primera de sus cinco obras
principales.
El texto original fue
escrito en chino clásico y presentado a Hojo Tokiyori, mediante los oficios de
Yadoya Mitsunori —un funcionario del gobierno de alto rango—, el decimosexto
día del séptimo mes, en el primer año de Bunno (1260). En ese momento, Tokiyori
vivía retirado de la vida política, pero seguía siendo el miembro más
influyente del clan gobernante Hojo. La tesis no produjo ninguna reacción
inmediata; el Daishonin tampoco recibió una contestación oficial Mas los
miembros del gobierno no pudieron tolerar el ataque racional pero inflexible
que hacía a las enseñanzas de la Tierra Pura, de Honen y sus seguidores.
Aparentemente, ciertos funcionarios gubernamentales fieles a los principios de
la escuela Tierra Pura instigaron un ataque a la morada del Daishonin en
Matsubagayatsu, Kamakura, el vigésimo séptimo día del octavo mes. Nichiren
Daishonin a duras penas logró salir con vida, y consiguió llegar a la provincia
de Shimosa, donde permaneció alojado en la casa de un seguidor. Regresó a
Kamakura a principios del año siguiente (1261). Vivió amenazado por
persecuciones continuas, y fue desterrado sumariamente a Izu ese mismo año, el
duodécimo día del quinto mes.
La obra consiste en un
diálogo entre un anfitrión y un visitante. El anfitrión representa a Nichiren
Daishonin, y el visitante, según se suele interpretar, a Hojo Tokiyori. En el
comienzo, aquel atribuye la causa de los desastres que afectaban al país a la
fe en una religión errónea, es decir, las enseñanzas de Honen correspondientes
a la escuela Tierra Pura. Se presentan numerosas referencias doctrinales; estas
mencionan las catástrofes que deberá sufrir la nación que siga falsas enseñanzas.
El autor pone especial énfasis en un fragmento del Sutra Maestro de la Medicina
donde se describen siete clases de desastres que se abatirán sobre los países
en estas condiciones. De estas calamidades, señala, cinco ya se han producido,
y sólo resta la aparición de dos: la «calamidad de una invasión procedente de
tierras extranjeras» y la «calamidad de una rebelión en el propio territorio».
El Daishonin advierte que estos dos desastres acontecerán sin falta, si el país
rehúsa adoptar las doctrinas del Sutra del loto. Tiempo después, sus dos
predicciones de rebelión interna e invasión extranjera se harían realidad: una,
en 1272, cuando Hojo Tokisuke promovió un golpe contra su medio hermano menor,
el regente Hojo Tokimune; la otra, en 1274 y en 1281, cuando los mongoles
atacaron el Japón en dos ocasiones.
Desde el punto de vista
de la relación entre las convicciones religiosas del pueblo y la concreción de
una sociedad pacífica, “Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta”
ocupa un lugar importante en el conjunto de escritos de Nichiren Daishonin. Este
vivió en una época de marcado autoritarismo gubernamental; probablemente haya
sentido que apelando a los miembros más poderosos del gobierno podría ayudar a
impulsar una reforma social. La indiferencia que recibió su tesis no hizo más
que fortalecer su actividad de propagación para propiciar la paz y la felicidad
de la sociedad, tarea que continuaría acometiendo durante el resto de su vida.
POSDATA A «SOBRE EL
ESTABLECIMIENTO DE LA ENSEÑANZA CORRECTA PARA ASEGURAR LA PAZ EN LA TIERRA»
Compilé el trabajo anterior en el primer año
de la era Bunno (1260), signo cíclico kanoe-saru. Es decir, comencé el trabajo
durante la era Shoka (1257-1259) y lo finalicé en el primer año de Bunno.
En el primer año de la
era Shoka, signo cíclico hinoto-mi, en el vigésimo tercer día del octavo mes,
cuando la hora del perro da paso a la hora del jabalí (alrededor de las nueve
de la noche), se produjo un intenso terremoto. Al observar este fenómeno,
concebí la idea de escribir esta obra. Luego, en el primer año de Bunno, signo
cíclico kanoe-saru, en el decimosexto día del séptimo mes, la hice llegar a Su
Señoría, el sacerdote laico del Saimyo-ji (56) hoy fallecido, por intermedio
del sacerdote laico Yadoya. (57). Tiempo después, en el primer año de la era
Bun’ei (1264), signo cíclico kinoe-ne, en el quinto día del séptimo mes, cuando
apareció un gran cometa, comprendí con mayor certeza aún el origen de estos
desastres. Luego, en el decimoctavo día del primer mes intercalar, quinto año
de Bun’ei, signo cíclico tsuchinoe-tatsu, nueve años después del primer año de
Bunno [en que presenté esta tesis, Sobre el establecimiento de la enseñanza
conecta para asegurar la paz en la tierra], llegó una carta oficial del gran
reino de los mongoles situado al Oeste, en la cual amenazaban con atacar
nuestro país. En el sexto año de la misma era (1269), arribó una segunda carta.
Así pues, ya ha quedado demostrada la veracidad de la predicción que formulé en
dicho trabajo. En vista de ello, podemos suponer que los pronósticos que hice
también seguirán cumpliéndose en el futuro.
El contenido de esta
obra ha sido corroborado por los hechos. Pero esto no debe atribuirse sólo al
poder de Nichiren. Antes bien, ha ocurrido en respuesta a las palabras
verdaderas del Sutra del loto.
Copié este trabajo en el
octavo día del duodécimo mes, en el sexto año de Bun’ei (1269), signo cíclico
tsuchinoto-mi.
ANTECEDENTES
En 1269, un grupo de
emisarios mongoles volvió a desembarcar en el Dazai-fu, un destacamento
gubernamental situado en la isla meridional de Kyushu, exigiendo una respuesta
a sus intimaciones anteriores. Se cree que Nichiren Daishonin envió otra tanda
de cartas a altos funcionarios del gobierno, sin que ninguno respondiera. El
octavo día del duodécimo mes de 1269, el Daishonin copió “Sobre el
establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra” y
agregó esta posdata, en la cual advierte que las profecías formuladas en dicho
documento, nueve años antes, finalmente se estaban haciendo realidad.
NOTAS
1. Referencia al pasaje de una obra de Shan-rao titulada “Elogio
a la meditación para contemplar al Buda”, donde este dice que invocar el nombre
del buda Amida obra como una espada que corta los deseos mundanos, el karma y
el sufrimiento.
2. Uno de los doce juramentos del buda Maestro de la Medicina,
mencionado en el sutra homónimo. En su práctica de bodhisattva, aquel había
jurado curar todas las enfermedades y guiar a las personas a la iluminación.
3. Sutra del loto, cap. 23. Referencia a una práctica de la
escuela Tendai.
4. Sutra de los reyes benevolentes. Otra referencia a la escuela
Tendai, que realizaba un ritual de oración basado en el citado fragmento.
5. De acuerdo con el Sutra de los reyes benevolentes, esta era
una clase de ceremonia que, en su origen, había realizado la deidad Shakra para
derrotar al malvado rey Nacido de la Coronilla.
6. Rito en el que los sacerdotes de la escuela Palabra Verdadera
colocaban sobre una plataforma cinco jarras, de color blanco, azul, rojo,
amarillo y negro, y las llenaban, respectivamente, de oro, plata, lapislázuli,
perlas y cristal. Además, en las vasijas distribuían cinco cereales, cinco
hierbas y cinco clases de incienso, y luego las llenaban de agua y de flores.
Se creía que el ritual de las jarras, celebrado de este modo, repelía los
desastres.
7. Referencia a la práctica de la escuela Zen.
8. Los nombres de los siete espíritus guardianes aparecen en el
Sutra de los conjuros místicos para eliminar las enfermedades de los cinco
componentes.
9. Cinco poderosos bodhisattvas enumerados en el Sutra de los
reyes benevolentes. De acuerdo con este sutra, si un gobernante abraza la
enseñanza correcta del budismo, estos cinco poderosos bodhisattvas lo
protegerán a él y al pueblo de su país.
10. Júpiter, Marte, Venus, Mercurio y Saturno.
11. Referencia a un oráculo que, según la tradición, se recibió
del gran bodhisattva
Hachiman durante el reinado del quincuagésimo primer soberano, el
emperador Heizei (r. 806-809). En él, Hachiman juró proteger la nación hasta el
reinado del centésimo soberano. La tesis “Sobre el establecimiento de la
enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra” fue escrita durante el
reinado del nonagésimo soberano, el emperador Kameyama (r. 1259-1274).
12. El «salón perfumado de orquídeas» alude a la morada de un
hombre virtuoso.
13. La expresión «cielos de la pureza» se refiere a los cinco
cielos más elevados del mundo de la forma, segunda división del mundo triple,
situado por encima del mundo del deseo.
14. Sabores dulce, picante, agrio, amargo, salado, astringente y
sutil.
15. El poder de la tierra que nutre los granos y frutos, el poder
de los seres vivos que educan al pueblo y revitalizan la sociedad humana, y el
poder de la Ley budista que genera la paz y la felicidad.
16. En el Sutra de la gran compilación, se hace referencia al
corzo como un cervatillo tan tímido, que huye de inmediato ante el menor
peligro, sin pensar en sus padres o en sus semejantes.
17. Se llama «reyes ungidos» a los gobernantes de los reinos
importantes. En la antigua India, cuando el soberano de un reino poderoso
ascendía al trono, los monarcas de los reinos más pequeños y sus ministros
vertían agua sobre su cabeza para ungirlo.
18. La Estrella de Metal es Venus. La Estrella de la Escoba es
una denominación que se daba a los cometas; la Estrella de Fuego es Marte y la
Estrella de Agua, Mercurio. La mayoría de los demás astros mencionados aluden a
parte de las veintiocho casas celestes.
19. «Fuego demoníaco» se refiere a incendios de origen
desconocido, atribuidos a la ira de los demonios. El «fuego de los dragones» se
adjudica a la ira de estos seres, que, según se creía, podían convertir el agua
en fuego a voluntad. El «fuego celestial» era causado por la ira de los cielos,
y el «fuego de las deidades de la montaña» —quizá, alusión a las erupciones
volcánicas— se vincula a la ira de dichas divinidades. El «fuego humano» era
producto del error o de la negligencia de los hombres. El «fuego de los
árboles» probablemente aluda a los incendios forestales, y el «fuego de los
bandidos» describe los incendios intencionales provocados por invasores.
20. De acuerdo con el calendario lunar japonés, el sexto mes
corresponde al último mes estival.
21. Los vientos negro, rojo y verde se refieren a ventiscas que
agitan y concentran nubes de arena, mientras que los vientos celestiales y
terrenales corresponden a tornados o ciclones. Los vientos de tu ego indican
aire caliente producido en la estación seca, y los vientos de agua aluden a
borrascas lluviosas.
22. Trigo, arroz, frijoles y dos clases de mijo. Es también, un
término genérico con que se designa a los cereales. Aquí se emplea en este
último sencido.
23. Bandidos que cometen el mal aprovechando la contusión de los
desastres producidos por el fuego, el agua y el viento, respectivamente. A los
secuestradores se los solía llamar «bandidos de los demonios».
24. El término original con que se designaba a los espíritus era
gedo, que en forma literal significa «fuera del Camino» y, por lo común, se aplicaba
a herejes y no budistas. Aquí, la palabra denota a la persona o situación que
causa desastres. Por eso se usa el término «malos espíritus».
25. Alusión a la leyenda según la cual el emperador Ming (28-75)
soñó con un hombre dorado que levitaba sobre el jardín. Despertó y preguntó a
sus ministros cómo debía interpretar el sueño. Uno de ellos dijo que había oído
hablar del nacimiento de un venerable en la región oriental [la India] durante
el reinado del rey Chao, de la dinastía Chou, a quien se lo conocía como
«Buda». El Emperador envió dieciocho emisarios a la región occidental a que
trajesen las enseñanzas del buda. A pedido de estos enviados, dos monjes
budistas indios llegaron a la China en el año 67, portando escrituras e
imágenes budistas en las alforjas de sus blancos caballos.
26. Se dice que, en 587, cuando Jogu —también conocido como
principe Shotoku— era joven aún, se unió a Soga no Umako para atacar y asesinar
a Mononobe no Moriya, poderoso ministro opositor al budismo y al clan Soga.
27. La expresión «los que pertenecen al linaje de Shariputra» se
refiere a quienes dan mayor importancia a la práctica de la meditación que a
seguir las enseñanzas. La expresión «los que siguen las tradiciones de
Haklenayashas» se aplica a los que dan más importancia al estudio doctrinal que
a la práctica de la meditación. Haklenayashas fue el vigésimo tercero de los
veinticuatro sucesores de Shakyamuni. Kukkutapada es la actual Kurkihar,
situada unos treinta kilómetros al noreste de Buddhagaya. Se dice que Mahakathyapa
transmitió las enseñanzas a Ananda en dicha montaña, donde también murió.
28. Sutra del Loto, cap. 13. A menudo, a esta parte se la designa como
«la estrofa de veinte versos del capítulo “Aliento a la devoción”», donde se
enuncian las diferentes persecuciones que recibirá quien propague el Sutra del
loto en la temible última era. Tiempo después, Miao-lo de la China clasificó
estos hostigamientos y los denominó «tres enemigos poderosos».
29. La expresión «venerables de los cuatro niveles» se refiere a
los maestros budistas que abrazan y propagan la enseñanza correcta y benefician
a la población. A menudo, este término se aplica a los venerables del Hinayana,
a quienes se clasifica en cuatro categorías de acuerdo con su nivel de
comprensión. Pero, en general, alude a los sucesores del Buda que propagan su
enseñanza y guían a la gente a la salvación.
30. «Meditación concentrada y meditación dispersa» se refiere a
las dieciséis clases de meditación que deben practicar aquellos que desean
renacer en la Tierra Pura. En las primeras trece clases, uno concentra la mente
en el esplendor de la Tierra Pura y en las características de los budas y
bodhisattvas. A estas prácticas se las conoce como «meditación concentrada».
Las otras tres clases pueden llevarse a cabo aun sin que la mente esté enfocada
en un objeto determinado. Por eso se las llama «meditación dispersa».
31. El término «tres clases de mente» se refiere a los tres
requisitos que hay que reunir para llegar a la Tierra Pura: mente sincera,
mente de fe profunda y mente determinada a alcanzar la Tierra Pura.
32. Alusión al decimoctavo de los cuarenta y ocho juramentos
descritos en el Sutra del buda Vida Infinita, que formuló el bodhisattva Tesoro
del Dharma -nombre que tenía el buda Amida antes de lograr la iluminación— para
guiar a todas las personas a la Tierra Pura, excepto a las aquí mencionadas.
33. Sutra del loto, cap. 3.
34. Los dos asistentes son el bodhisattva Percibir los Sonidos
del Mundo y el bodhisattva Gran Poder.
35. Shakyamuni y Maestro de la Medicina eran budas cuyas imágenes
se hallaban entronizadas en el templo principal de la escuela Tendai, en el
monte Hiei. Allí también había consagradas imágenes de los bodhisattvas Arca
Sideral y Acervo de la Tierra. Arca Sideral es un bodhisattva al que se le
atribuía la posesión de sabiduría y de beneficios ilimitados. Acervo de la
Tierra es un bodhisattva a quien el Buda Shakyamuni había encomendado la misión
de salvar a los seres humanos.
36. En la ceremonia del Sutra del Loto, el buda Shakyamuni transfirió
sus enseñanzas a los bodhisattvas de la enseñanza teórica, encabezados por Rey
de la Medicina, y les confió la misión de propagarlas en el Día Medio de la
Ley. Se
dice que el bodhisattva Rey de la Medicina renació luego, en la China, con la
identidad del gran maestro T’ien-t’ai, y en el Japón, como el gran maestro
Dengyo. A partir de la parábola del médico excelente, mencionada en el
capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto, T'ien-t’ai y Dengyo
utilizaron como objeto de devoción de su escuela al buda Maestro de la
Medicina, señor del Mundo de la Esmeralda Pura, situado en la parte oriental
del universo. En este sentido, desdeñar al buda Maestro de la Medicina y
venerar al buda Amida es ignorar la transmisión del buda Shakyamuni.
37. Los cuatro tratados se refieren al Tratado sobre el Camino
Medio y al Tratado sobre los doce portales, de Nagarjuna; al Tratado sobre la
gran perfección de la sabiduría, también atribuido a Nagarjuna; y al Tratado de
las cien estrofas, adjudicado a Aryadeva.
38. Tres obras principales de T’ien-tai -Gran concentración e
introspección; Palabras y frases del “Sutra del Loto” y Profundo significado
del “Sutra del Loto” -, que constan de treinta volúmenes, y los tres
comentarios de Miao-lo sobre ellas, que también consisten en treinta volúmenes.
39. La biografía de Honen sostiene que este, en un sueño, recibió
permiso de Shan-tao para propagar la práctica de invocar el nombre del buda
Amida, y que fue la persona a quien se encomendaron las enseñanzas de la Tierra
Pura.
40. «Un período anterior» se refiere a aquel en que Honen propagó
las doctrinas de la Tierra Pura.
41. Juan Chi (210-263) fue uno de los siete sabios del Bosque de
Bambús, grupo de eruditos que, en la convulsionada era política de fines de la
dinastía Wei, solían reunirse en un bosque de bambús para beber, interpretar
música, escribir poemas y debatir sobre temas filosóficos; en especial, sobre
la filosofía taoísta de LaoTzu y de ChuangTzu. Juan Chi también se destacó como
poeta.
42. Pueblo turco de Asia central que prosperó desde el siglo VIII
hasta mediados del siglo IX.
43. En 1221, el emperador retirado (Gotoba desempeñó un papel
crucial en la lucha por el poder entre la Corte imperial de Kioto y el clan
Hojo de Kamakura, refriega conocida como los «disturbios de Jokyu». Las fuerzas
imperiales fueron aplastadas, y él, junto a otros dos emperadores retirados,
acabó en el exilio.
44. Esta declaración del huésped, que representa la autoridad
política más alta del país,
refleja su postura como gobernante, que antepone los asuntos de
gobierno a todas las demás cuestiones. En cambio, el Daishonin enseña que la
refutación de las doctrinas erróneas y la propagación de la enseñanza correcta
son el camino más confiable para establecer la verdadera seguridad en la
nación.
45. Las cuatro faltas graves son las más graves de las diez malas
acciones: matar, robar, cometer adulterio y mentir.
46. Un anagamin (‘el que no retorna’) es aquel que ha llegado al
tercero de los cuatro niveles a los que puede acceder un practicante que
escucha la voz. El cuarto nivel, el más alto, corresponde al estado de arhat.
47. Kashyapa fue uno de los siete budas antiguos o budas del
pasado. De todos ellos, el buda Kashyapa fue quien apareció en sexto lugar,
mientras que el buda Shakyamuni fue el séptimo.
48. Aquí, el término «cabeza rapada» se aplica a quien ha
recibido la tonsura e ingresado en la vida monástica sólo por motivos egoístas
-por ejemplo, adquirir prestigio social o tranquilidad económica- pero practica
y estudia el budismo con negligencia.
49. Conferencias realizadas todos los años, el día en que se
conmemora la muerte de T’ien-t’ai, en el vigésimo cuarto día del undécimo mes.
50. Termino chino que se aplica a los forajidos y rebeldes. Aquí,
«olas blancas» indica a Honen y a otros sacerdotes de la escuela Tierra Pura,
además de referirse a los seguidores de otras escuelas erradas. El «océano del
Buda» indica las enseñanzas de Shakyamuni. En forma análoga, la frase «verdes
bosques» se aplica a Honen y a sus seguidores, mientras que «monte de la Ley»
alude a las enseñanzas de Shakyamuni.
51. Fu Hsi, Shen Nung, Yao y Shun fueron sabios gobernantes
legendarios de la antigua China.
52. Expresiones tomadas de la antigua literatura china que se
emplean para indicar cambios drásticos.
53. La expresión «un amigo en un salón perfumado de orquídeas» se
aplica a la persona de virtud. La connotación es que la compañía de alguien
virtuoso obra como una buena influencia, de la misma manera en que uno, al
entrar en un recinto colmado de orquídeas, queda impregnado de su fragancia. Se
dice que la artemisa sostenida por el cáñamo crece más erguida.
54. Las seis clases de parientes son el padre, la madre, el
hermano mayor, el hermano menor, la esposa y el hijo o hija.
55. De acuerdo con el Sutra del nirvana, el sitio llamado
«infierno Avichi» o «infierno del sufrimiento incesante» mide ochenta y cuatro
mil yojanas de largo y otros tantos de ancho. Se dice que cuando alguien cae en
este infierno, esa persona por sí sola basta para llenarlo por completo. El
gran tamaño del cuerpo simboliza la magnitud del dolor que experimenta la vida
en este estado de infierno.
56. La expresión «sacerdote laico del Sai-myo-ji» se refiere a
Hojo Tokiyori (1227-1263), quinto regente del sogunato de Kamakura. Asumió la
regencia en 1246, pero la cedió a Hojo Nagatoki en 1256, para tomar los hábitos
bajo la guía de Doryu, sacerdote chino naturalizado perteneciente a la escuela
Zen. En su vida como sacerdote laico, se instaló en el templo Saimyo-ji,
construido por él, aunque siguió moviendo los hilos del poder. Fue conocido
como el sacerdote laico del Saimyo-ji.
57. Yadoya Mitsunori, también conocido como el sacerdote laico
Yadoya, fue un funcionario jerárquico cercano a HojoTokiyori.